sábado, 14 de abril de 2012

Plaga Cochinilla amenaza el 90 por ciento de las plantas de San Andrés

ORIGINAL: El Tiempo
REDACCIÓN VIDA DE HOY
3 de Abril del 2012
Las plantas de la isla de San Andrés están siendo agredidas por un insecto parásito.
Foto: Javier Silva Herrera/EL TIEMPO
Está acabando con árboles frutales, jardines urbanos y hasta palmeras que crecen en las playas.

Un insecto, tan grande como la cabeza de un alfiler, tiene en alerta máxima a San Andrés. La plaga se conoce popularmente como cochinilla y está arrasando con la vegetación nativa de este territorio, una de las joyas de Colombia en el Caribe y considerado por la Unesco como reserva de la biosfera, es decir, un lugar de importancia mundial por su biodiversidad.

La invasión de la cochinilla, de la especie acanalada, avanza con rapidez ante la mirada preocupada de los isleños, que ven cómo el animal mata sus árboles frutales y de pancoger. También acaba con las plantas ornamentales, con los jardines urbanos e incluso con las palmeras que adornan sus playas. En el 2010, las plantas atacadas estaban en 180 hectáreas del territorio. Hoy, los árboles enfermos se ubican en 1.740 hectáreas, según el Instituto Colombiano Agropecuario(ICA), o sea, en más del 90 por ciento de los 27 kilómetros cuadrados de extensión de la isla.

Para algunos funcionarios de la Corporación para el Desarrollo Sostenible de San Andrés (Coralina), aún es incierta la forma como este insecto parásito llegó a la región. No es claro si fue en un barco o a través de otras especies de flora introducidas desde el continente, como lo explicó a EL TIEMPO la subdirectora de gestión ambiental de la entidad, Opal Bent.

Sobre lo que sí hay certeza es sobre su agresividad. Cuando ataca, la plaga invade las hojas de las plantas, se come su savia y las debilita hasta secarlas. También las recubre con un líquido viscoso que impide la fotosíntesis. Desde ese momento, la planta empieza a reducir la producción de frutos.

Adriana Santos, directora del Jardín Botánico de la Universidad Nacional, en San Andrés, dice que controlar la cochinilla es un trabajo complejo, primero porque es un problema nuevo sobre el que no hay mucha información. Y a eso se suman las características ambientales de la isla, que son especiales por su condición de reserva mundial. Por lo tanto, el uso de pesticidas o de métodos como los que se han aplicado en el continente para atacar al parásito está prohibido. Mucho más delicada podría ser la introducción de algún espécimen 'foráneo' que pueda actuar como depredador natural y controlar las poblaciones de cochinilla, porque eventualmente este también podría salirse de control.

Marcela Sjoogreen, secretaria de Agricultura y Pesca de San Andrés, reconoce que el tema es "bastante preocupante". "De 1 a 10, diríamos que el problema está en un nivel 8 o 9", admite la funcionaria. La plaga ya está en todo San Andrés, en zonas de manglar y en Providencia, donde se ubica una de las últimas porciones de bosque seco del país. Ataca cualquier frutal, incluidos árboles de mamoncillo, mango, guayaba y tamarindo. "Los agricultores de la isla, en su totalidad, se han visto afectados", añade Sjoogreen. La plaga también se come los frutos. Por eso, toneladas de ñame, ahuyama, melón, naranjas y coco, entre otros, están contaminadas, lo cual está afectando la economía local y el autoconsumo.

"Esos productos agrícolas que han sido atacados quedan inservibles", comenta la Secretaria, quien aclara que las parcelas no ocupan grandes extensiones, pero son lo único con lo que cuenta la mayoría de isleños para su sostenimiento. "Los labriegos están angustiados y, en medio de la desesperación, aplican remedios caseros poco efectivos. Solo esperan soluciones definitivas que no hemos encontrado", agrega Sjoogreen. Precisamente, sobre esto hay una sola luz al final de túnel, que analizan estudiantes de la Universidad Nacional.

Ellos identificaron un hongo que serviría como un controlador natural de la plaga. Es denominado científicamente Paecilomyces, pero la investigación, limitada aún a pruebas de laboratorio, no ha dado pistas sobre cómo podría emplearse en campo abierto.

Las respuestas llegarían en unos meses, una hoja de ruta que será el único camino posible para acabar con esta plaga que se ha ensañado en las islas del mar de los siete colores.

REDACCIÓN VIDA DE HOY

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