lunes, 16 de abril de 2012

Las "Black Hills" no están en venta

ORIGINAL: Inicia.es

La lucha del pueblo Lakota por recuperar las Colinas Negras (Black Hills) y por el cumplimiento del tratado de Fort Laramie (1851)


En 1851 los Estados Unidos firmaron el primer tratado con las naciones Lakota (compuesta por las tribus Oglala, Brulé, Hunkpapa, Minneconjou, Sans Arc, Blackfoot, Two Kettles), Cheyenne, Arapaho, Crow y otras tribus indígenas de las llanuras centrales y del norte.

De esta forma el Gobierno de los Estados Unidos reconocía soberana a la Nación Lakota y la reconocía propietaria de la tierra que en el tratado se contemplaba y que incluía casi todo lo que ahora conocemos como Dakota del Sur, Nebraska, buena parte de Dakota del Norte, Montana, Wyoming, Kansas y una pequeña porción de Colorado. De ésta forma, se reconocía oficialmente la soberanía de la Nación Lakota que, hoy en día, solo posee un 6% de este territorio.

No mucho más tarde y, como siempre, se descubre oro y plata en Virginia City, Montana. Ante este hecho se abre una ruta para la extracción motivada por la necesidad de dinero para financiar la guerra civil estadounidense (1861-1865). A principios de 1864 el Gobierno comienza la violación oficial del tratado al enviar tropas para construir una serie de fuertes para proteger el camino a cambio del territorio oeste de la Nación Lakota en lo que vino a llamarse la Ruta Bozeman.

El pueblo lakota bajo la dirección política del líder oglala Nube Roja comienza a formar alianzas con cheyennes y arapahos y unen sus fuerzas militares en la lucha contra el avance blanco en el invierno de 1866-67. Durante los primeros meses de 1868 Estados Unidos sufre varias derrotas, y sus ejércitos se atrincheran en los fuertes, lo cual hace que pida un nuevo tratado. Esto condujo, durante el mismo año a la firma de un nuevo tratado, lo que supone que EE. UU. reconoce por segunda vez la soberanía territorial Lakota, estableciéndose esta vez la GRAN RESERVA SIOUX que ocupaba casi todo el territorio de lo que hoy conocemos como Dakota del Sur y grandes porciones de lo que hoy es Dakota del Norte, Nebraska, Wyoming y Montana. Además, el nuevo tratado obligaba a las tropas de EE.UU. a impedir que los no indígenas traspasaran las nuevas fronteras.

Campamento de Custer
El sacerdote católico Jean de Sniet, se introdujo ilegalmente en territorio lakota y publicó en el periódico Sioux Falls Times de Dakota del Sur el descubrimiento de oro en las Black Hills. Esto hizo que el Gobierno armara las tropas de élite del 7º de Caballería del Coronel George Armstrong Custer y las enviara directamente al corazón de las Black Hills en misión exploradora, violando así los, tratados de 1851 y 1868. En 1874 Custer informa que él también ha encontrado oro en las Paha Sapa lo cual tuvo gran repercusión en los periódicos del este forzando de nuevo al Gobierno a enviar otra fuerza militar a las Black Hills (la expedición Jenny) durante el verano de 1875. La existencia de oro se confirmó para satisfacción de Washington que rápidamente envió una comisión negociadora para intentar comprar las Black Hills a los líderes lakotas. Cuando los lakotas rehusaron vender, como era su derecho, Washington respondió transfiriendo las relaciones con ellos a la Oficina de Asuntos Indios. Todos los lakotas. fueron llamados a congregarse en las agencias designadas. Pero a final de enero de 1876 el pueblo lakota decidió vivir en cualquier sitio dentro de la Gran Reserva Sioux. Así, fueron acusados de romper la paz y fueron considerados hostiles.

Columna de caballería
Al poco, el Presidente Ulysses S. Grant dio órdenes secretas a los comandantes del ejercito para que relajaran sus obligaciones en la prevención de la invasión del territorio lakota por mineros no indios. Los lakotas se reunieron en el remoto río Powder, al sudoeste del territorio no cedido, para discutir la respuesta. El Gobierno de EE.UU. diseñó su estrategia que no fue otra que aniquilar a todo lakota que se opusiera a la expropiación de las Black Hills. El mecanismo elegido fue enviar al General George Crook con 1.500 hombres a que atacara por el sur, al Coronel John Gibbon con 1.000 hombres por el oeste, y a Alfred Terry que atacara desde el este. 

De esta forma los lakotas. y sus aliados cheyennes y arapahos, estarían atrapados en el centro de estas poderosas fuerzas y serían aniquilados. El plan militar fracasó estrepitosamente. El 17 de junio de 1876 la columna del General Crook contactó con igual numero de lakotas dirigidos por Crazy Horse y Oglalas. Los soldados fueron rápidamente derrotados y se batieron en completa retirada. A continuación, el 25 de junio, la columna de Custer junto a la de Terry fueron diezmadas en el valle del río Little Big Horn. Por segunda vez en una década los lakotas defendieron exitosamente las Black Hills derrotando a los ejércitos estadounidenses en lo que se ha venido en llamar la Gran Guerra Sioux.


Pero la victoria fue amarga. El gobierno envió al Coronel Ronald Mackenzie, un especialista en el arte de la guerra total que venía de las primeras guerras con los kiowas y los comanches en el territorio que hoy conocemos como Texas y Oklahoma. La nueva táctica utilizada en el invierno de 1876-77 fue atacar a los pequeños poblados de invierno lakotas. y cheyennes inmovilizados por el frío y la nieve, masacrando a todo el mundo: ancianos, niños, mujeres... En la primavera de 1877 la mayoría de los lakotas decidieron dejar de combatir. Dos líderes hunkpapas, Sitting Bull y Gall, se refugiaron en el santuario de Canadá y no regresaron hasta 1880. Crazy Horse, líder preeminente entre los oglala resistentes, fue asesinado el 5 de septiembre. La era de la guerra defensiva de los lakota comenzó a cerrarse.


Tratado de Fort Laramie - 1868 


EL ROBO DE LAS PAHA SAPA
Indudablemente, como resultado de la superioridad militar obtenida sobre los lakotas después de la Gran Guerra Sioux, el congreso de EE.UU. se sintió poderoso para pasar a la acción y el 28 de febrero de 1877 se apoderó de gran parte de la Gran Reserva Sioux incluyendo las Black Hills y los territorios no cedidos. Esto es una evidencia de que el Congreso actuó ilegalmente y quiso matar de hambre a la población lakota cautiva. Bajo estas condiciones y como siempre, el Gobierno envió una comisión encabezada por George Manypenny para obtener el consentimiento lakota. Cuando en 1868 se firmó el tratado, se requería el 75% de las firmas de las mujeres y hombres adultos para legitimar la Cesión de Tierra Sioux. Manypenny volvió solo con el 10% de las firmas de los hombres. De cualquier forma el Congreso aprobó leyes para la expropiación de las Black Hills.

Durante las dos décadas siguientes se fue erosionando la soberanía lakota; se arruino su economía y los procesos políticos a través de los cuales la Nación Lakota se había regido durante siglos, fueron abolidos. A lo largo de 1890 y ante la desesperación en que estaba inmerso el pueblo lakota, comenzó a expandirse la religión de la «Ghost Dance» o «Danza de los Espíritus» con la creencia de que la ejecución rigurosa de ciertos ritos, retornaría el poder que tuvieron antes de la invasión de los europeos y retornaría al bisonte a las praderas. Este fenómeno presionó a los agentes indios y propició la declaración de estado de guerra, durante el cual, ocurrieron el asesinato de Sitting Bull en su casa de la reserva de Pine Ridge y la masacre de más de 300 miembros de la Banda de Pie Grande en Wounded Knee (29 diciembre 1890). Las prácticas espirituales lakotas fueron prohibidas.
Entierro de los muertos después de la masacre de Wounded Knee. Los soldados de Estados Unidos ponen los cuerpos de los indígenas en una fosa común, algunos cadáveres están congelados en diferentes posiciones. Dakota del Sur (1891). Esta imagen está disponible en la colección de  de Grabados y Fotografías de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos bajo el cph.3a44690 ID digital (Wikimedia)

Durante la década de 1920 a 1930, la soberanía lakota fue de nuevo humillada a través de la imposición del Ley de Ciudadanía India y la Ley de Reorganización India. La ley de reorganización fue una de las vías mas insidiosas para poner en práctica el sistema de «representantes democráticos» en las reservas sustituyendo los consensuados y populares consejos de ancianos. Como consecuencia, durante los años 40 los Consejos Tribales fueron puestos por Washington en contra de los sectores más pobres y tradicionalistas.

Hacia la mitad de los años 50 las cosas se habían deteriorado tanto que el Congreso consideraba a la Nación Lakota terminada (externa y unilateralmente disolución impuesta). En semejante situación denomines, llamantes, y numerosas naciones indígenas fueron disueltas durante los 50. La Terminación Lakota no fue consumada definitivamente . Pero en 1967 cerca de la mitad de la población sioux había sido trasladada a barrios bajos de ciudades como Denver, Inepcias, Chicarro, San Francisco y Los Ángeles, a través de programas federales de recolocación diseñados para despoblar las tierras de las reservas. La degeneración de la cohesión social resultante de esta política creó problemas entre lakotas. y otros pueblos, los cuales nunca han sido resueltos.

Otros efectos de la colonización ha sido la reducción a un 10% del territorio pactado en el tratado de 1868, la disgregación de las diferentes bandas en pequeñas reservas separadas y la adjudicación de las dos terceras partes de la mejor tierra de la reserva a granjeros, agricultores y empresas no-indias. Completamente desposeídos de sus tierras tradicionales y de su economía, los modernos lakotas se enfrentaron, en la primera mitad de este siglo XX, a una tasa de paro en torno al 90%. Las implicaciones de esta situación eran bien predecibles: El condado más pobre de EE.UU. es el de Shannon, en Pine Ridge y el condado de Todd, en la reserva de Rosebud siempre se encuentra entre los 10 más pobres.

LA BATALLA LEGAL
La mayoría de los lakotas nunca aceptaron el modo engañoso en que se produjo su colonización. Así que, en 1923 presentaron el primer recurso a la Corte, buscando la devolución de las tierras robadas y no la compensación monetaria que el Gobierno de EE.UU. había previsto para este caso. No sabiendo que hacer ante este inesperado giro que tomaban los acontecimientos, la Corte tuvo retenido el sumario durante 19 años. Finalmente, en 1942 quedó perfectamente claro que los lakotas no aceptarían el dinero en lugar de la tierra y la Corte se deshizo del problema diciendo que era un asunto moral y un asunto constitucional. En 1943, La Corte Suprema de EE.UU. rehusó igualmente revisar la reclamación a la decisión de la Corte. El litigio llegó a un punto muerto. Pero el 23 de agosto de 1946 la ley de la comisión de reclamaciones indias fue aprobada por el Congreso ansioso por lavarse la cara ante el trato otorgado a los indígenas por los gobiernos anteriores. Esta intención fue originada por la necesidad que los EE.UU. tenían de lavar su imagen frente a la inminente intención de juzgar a criminales de guerra nazis y japoneses. Los medios de comunicación forzaron a incluir entre las causas a juzgar el genocidio, los desplazamientos forzosos de población, la esclavitud y la perdida de tierras. En 1950 los lakotas vuelven a la carga y después de varios rechazos y una apelación en 1958, la Comisión de Reclamaciones Indias fue instada por la Corte de Reclamaciones a reabrir el caso. La Comisión fue forzada a estudiar el caso y después de un largo silencio, anunció que: habiéndolo estudiado, el mismo, quedaba reducido a tres elementos:

  • Qué tierras fueron adquiridas por los EE.UU. en las Black Hills hasta 1877.
  • Qué retribución había sido otorgada por EE.UU. en el cambio de tierras.
  • Si no hubo retribución: ¿se hizo algún tipo de pago?
Sobre esto, la comisión emitió una opinión preliminar en 1974: el Congreso hizo ejercicio de manifiesto poder de dominio en 1877, y aunque estuvo justificado por esto, también estaba obligado a pagar un precio justo a los lakotas. por la tierra perdida, como prevé la Quinta Enmienda.

La opinión denegaba cualquier derecho de los lakotas a recuperar la tierra. El Gobierno Federal tomo duras posiciones ante la dirección que tomaban los acontecimientos y ante la posibilidad de tener que pagar grandes sumas de dinero. Así que comenzó el baile de cifras y las presiones para pagar el precio que valían las tierras en 1877. El Gobierno calculó 3.484 millones de dólares, la Comisión 17,5 millones.

Los lakotas. apelaron estas cifras a la Corte Suprema, pero esta rehusó considerar el caso. Se revisó el referéndum hecho por los lakotas en 1868 y en el apartado de venta de Paha Sapa se comprueba un rotundo NO.

Posteriormente y después de cálculos financieros y otras consideraciones, la oferta federal llegó a los 122,5 millones de dólares.

En 1981 la Sala Octava de la Corte de Apelaciones confirma la sentencia de la Corte de Distrito y en 1981, la Corte Suprema declina otra vez la apelación lakota. Estas decisiones, abrieron en 1985 la vía de la Corte de Reclamaciones que considera que el único camino para acabar con el tema es la indemnización.

Todo este calvario de apelaciones y movimientos legales consiguió sembrar la unidad, la esperanza y la lucha entre los lakotas. La Corte Suprema acabó diciendo que este tema era una desgracia nacional. La estrategia legal lakota consiguió dos objetivos: acrecentar la lucha y obtener la aceptación de la opinión pública a la devolución de las Black Hills.

LA BATALLA EXTRA LEGAL
Fue esto, probablemente (las limitadas concesiones obtenidas por los lakotas de las Cortes de EE.UU. durante los años 70), lo que hizo emerger al AMERICAN INDIAN MOVEMENT (AIM), y lo que incrementa fuertemente el apoyo desde las reservas de Pine Ridge y de Rosebud en los primeros años de los 70. La involucración del AIM, llamado por los tradicionalistas de Pine Ridge para ayudar contra la venta ilegal de una octava parte de la reserva (la zona denominada Sheep Mountain Cunnery Ranch) por parte del Gobierno Tribal, corrupto encabezado por Richard Wilson, al Servicio Forestal de EE.UU. acabó con una larga etapa de inhibición y absentismo en Tierra Indígena, que duraba desde 1890.

La increíble virulencia con que respondió el Gobierno Federal a la «criminal arrogancia del AIM» condujo directamente al dramático asedio del caserío de Wounded Knee en 1973, lo que atrajo por primera vez la atención mundial sobre el asunto de la tierra de las Black Hills. Como resultado del escrutinio de este tema comenzó a incrementarse el entendimiento de los vastos intereses que alberga la política federal sobre la región de las Black Hills. Esto incrementó el apoyo de no indios a las posiciones lakotas.

Acostumbrado a tener el control judicial sobre las cuestiones de las reclamaciones indias de tierras, el Gobierno se empeñó en una guerra de contrainsurgencia contra el AIM y sus simpatizantes tradicionalistas en Pine Ridge durante los años 1973 a 1976. Ya fue tarde para contener la presión externa sobre el sistema judicial americano. En 1974, los ancianos lakotas hicieron un Consejo en la reserva de Sandunga Rock y encomendaron al líder oglala del AIM Russell Means que creara el brazo diplomático del AIM, el International Indian Treaty Council (ITTC), que mantiene su presencia como organismo consultivo en la ONU no solo para el Pueblo Lakota sino también para todos los Pueblos Indígenas del Hemisferio Occidental. El hito lo logró, sobre la base del trabajo del primer director, el cherokee Jimmie Durham, cuando en 1977 delegaciones de 98 naciones indígenas hicieron sus presentaciones ante la comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en Ginebra, Suiza. En 1981 se constituye el Grupo de Trabajo Sobre Poblaciones Indígenas, entidad dedicada a la formalización de leyes internacionales concernientes a los derechos y estatus de las Naciones Indígenas. A finales de 1980 el grupo de trabajo había completado un estudio global de las condiciones bajo las cuales 105 pueblos indígenas eran forzados a vivir. Objetivamente, esto vino a formular la Declaración Universal de los Derechos Indígenas. El resultado de esta declaración fue la proclamación por parte de EE.UU. que «...los asuntos indios son un asunto meramente interno». Expuesto a la observación internacional, el Gobierno Federal quedó en apuros por las propias decisiones de sus tribunales de justicia.

Cuando los lakotas rehusaron aceptar el dinero ofrecido ante su reclamación de tierras en 1979-80, el AIM reforzó su posición popular bajo el eslogan «BLACK HILLS ARE NOT FOR SALE» (LAS BLACK HILLS NO ESTÁN EN VENTA). Esta situación fue acompañada de acciones directas extra legales cuando Russell Means inició en 1981 la ocupación de 880 acres cerca de Rapid City, en las Black Hills. Esto fue llamado el Primer Camino en la Reocupación Física de Paha Sapa. Esta ocupación volvió a llamar de nuevo la atención internacional sobre la reclamación lakota y precipitó la posibilidad de otra acción armada de las fuerzas federales a través de la declaración del juez federal de distrito quien instruyó ordenes para unir fuerzas del FBI y del Servicio de Marshalls de EE.UU. para tomar al asalto las posiciones de los ocupantes que estaban en lo que se llamaba Campo Trueno Amarillo. En 1986 el juez de distrito de EE.UU., Robert O'Brien decidió a favor del AIM el derecho del Pueblo Lakota sobre el lugar de Trueno Amarillo.

Esto creó un precedente para otras reclamaciones de tierras en EE.UU.. O'Brien fue severamente reprimido por la Corte Suprema y, fue destituido por la Sala Octava. Los esfuerzos legales y extra legales de los lakota y del AIM finalmente han creado un contexto a través del cual se puede lograr una solución.

BILL BRADLEY 
A mediados de 1980 la imagen de EE.UU. estaba tan deteriorada que el senador liberal de New Jersey, Bill Bradley, sentó un precedente al introducir una legislación en el Congreso que los mismos lakotas habían preparado con la meta final de recuperar 750.000 acres, con los minerales y recursos que pudieran contener. Además estipulaba que ciertos lugares espirituales en el área también debían ser devueltos. Estos lugares ocuparían unos 50.000 acres. El conjunto daría como resultado la creación de una zona que se llamaría «SIOUX FOREST». Todavía falta mucho hasta  alcanzar los 8,5 millones de acres concertados en el Tratado de 1868. Los 122,5 millones de dólares, más intereses, rondan ya los 200 millones de dólares y en la propuesta introducida, se pagarían al pueblo lakota como compensación a la pérdida histórica del uso de la tierra reclamada.

Solo la «Hearst Corporation's Homestake Mine» ha extraído desde 1877, más de 18 billones de dólares en oro de las Black Hills.

Después de todo esto, entra en acción Phil Stevens, un no indio, que vendió su empresa en Los Ángeles por 60 millones de dólares y de pronto se convierte en un «gran defensor de los indios» a la vez que, misteriosamente, descubre que es descendiente directo de Sandunga Bear, un gran jefe oglala. Stevens hace campaña diciendo que gracias a sus «contactos federales» y a sus dotes de «experto negociador» puede incrementar las indemnizaciones hasta 3,1 billones de dólares. La «resistencia» ante la postura de Stevens, fue intensa en muchos lugares y sobre todo entre quienes habían participado en la propuesta para el senador Bradley. De todas formas fue tal la intensidad de la campaña de Stevens que en 1987 convence al presidente del Comité Gerald Clifford para tomar las nuevas propuestas y presentarlas en Washington a senadores no pro-indios, sucediéndose una serie de despropósitos, de tal forma, que al final, Clifford duda de la historia de la descendencia lakota de Stevens, Russell Means sospecha que Stevens puede ser un agente federal y dice: «Tú no debes ser policía, pero haces el trabajo de un policía».

Ningún provocador hubiera podido hacer mejor el trabajo de «embrollar» las reclamaciones de tierras. Tanto es así, que incluso el archiconservador Tim Giago, editor del periódico «Lakota Times» dijo: «Un señuelo, un señuelo pura y simplemente».

CONCLUSIÓN
A final la cuestión quedó como al principio; como la versión de Bradley que nunca debió cambiarse y así la larga lucha de los lakotas por recuperar su tierra y su integridad como nación sigue avanzando.

El precedente legal sentado por los lakotas da pie a múltiples reclamaciones de tierra, siendo ya hora de que EE.UU. comience a reconocer y a reparar los daños ocasionados en la larga y fea historia de la colonización y genocidio de los indígenas norteamericanos.

Si los tribunales no reconocen esto, querrá decir que EE.UU. sigue con su política de destrucción de las sociedades indígenas y que este hecho lo consideran simplemente un costo accidental a su filosofía de «hacer negocios». Si esto sucede, los lakotas no tendrán una opción real de continuar su lucha para sobrevivir y será una indicación de que el futuro puede ser peor que el pasado.

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