domingo, 11 de marzo de 2012

Los misterios de Fukushima

ORIGINAL: RT
12 de marzo 2012 | 06:25

Foto: Google Earth
Cuando hace un año, Japón se vio golpeado por un terremoto enorme de magnitud 9 seguido de un devastador tsunami que destruyó gran parte de Fukushima en la Isla Honshu, pocas personas comprendieron en aquel momento que serían las explosiones de los reactores de la planta nuclear Dai-Ichi las que generarían verdadera preocupación global. No solo desde el punto de vista de la seguridad nuclear, sino también por haber indicios de serias derivaciones políticas de este accidente, que ha demostrado ser mucho más grave que el evento de Chernóbyl en la ex-URSS en 1986.

Ya se han registrado preocupantes niveles de radioactividad en distintas partes del Japón y en la región del Pacífico, a medida que la contaminación fue arrastrada por los vientos, el agua y penetró en suelos y napas de agua, afectando sembrados, localidades, alimentos, instalaciones industriales y sus productos de exportación. Las explosiones de la planta Dai-Ichi también descargaron toneladas de desechos radioactivos en el Océano. Luego de un año, aún prevalecen muchos puntos oscuros sobre este evento catastrófico
Foto: Google Earth

En un interesante artículo publicado en la revista estadounidense-japonesa 'Hyphen', titulado “El mundo se encuentra impotente ante la contaminación de Fukushima”, el ex-director general del 'The Japan Times Weekly' y consultor en materia de lucha contra los efectos de la radiación, Yoichi Shimatsu, explica que puede que detrás del desastre de Fukushima se oculten más cosas de lo que aparecen a primera vista.    

Por ejemplo, existen rumores que señalan un potencial encubrimiento al máximo nivel decidido a minimizar la verdadera gravedad de este desastre nuclear. En consonancia con los intereses del lobby favorable a la energía nuclear, la información y el debate sobre este caso han quedado mayormente paralizados. Sin embargo, la opinión pública japonesa y mundial manifiesta creciente preocupación ante la falta de información clara y oportuna, tanto de las autoridades japonesas como de entes internacionales acerca del verdadero alcance de la contaminación.

Fukushima es un ejemplo de masivo ocultamiento por los medios de difusión occidentales en torno al verdadero peligro para la población, especialmente en la zona del Pacífico Norte desde Japón hasta Norteamérica.

En su artículo, Shimatsu señala que “no se está debatiendo con precisión sobre los peligros a la salud pública mundial dado que los gobiernos se encontrarían imposibilitados ante la monstruosidad nuclear que han creado. Luego de asegurarle al mundo durante décadas que la energía nuclear no es peligrosa, ahora queda demostrado que las cosas no son así, tras los efectos inesperados luego del colapso de los reactores en marzo 2011, abriéndose así una caja de Pandora que supera la imaginación de los científicos de las grandes corporaciones y los ingenieros burócratas, quienes ahora solo reaccionan con un silencio confuso”.

Luego, señala que los desafíos incluyen “una creciente amenaza a la salud reproductiva humana consecuencia de la ingestión de isótopos radioactivos provenientes de alimentos, agua potable y la respiración, que resultarán en abortos masivos y una declinación poblacional en Japón, tendencia que podrá extenderse a nivel mundial”, y que incluiría “mutaciones de patógenos contagiosos tales como la gripe aviaria, dados los desordenes genéticos tanto en microorganismos como en especies portadoras que ocasionará, incluyendo en  animales domésticos y vida silvestre”.

Pero existen otros aspectos preocupantes provenientes de la catástrofe de Fukushima que estarían siendo silenciados. Por ejemplo, el entonces primer ministro japonés Naoto Kan jamás aclaró por qué razón impuso un hermetismo total en torno a las primeras reuniones de su gabinete de emergencia, ni porqué su gobierno ordenó al operador de Dai-Ichi, la Tokyo Electric Power Company (TEPCO) que no abandonara el reactor No.1 luego de las explosiones del 15 de marzo, que se supo fue para evitar reacciones en cadena, según indica una investigación realizada por la entidad Rebuild Japan Initiative Foundation.

Este tipo de secretismo de máximo nivel junto con el contenido peligrosamente elevado detectado en distintos lugares del isótopo Cesio-137 (y 134) como en la ciudad de Osaka a 600 kilómetros de distancia (niveles 100 veces mayores que los normales, según un informe del Instituto de Salud Pública de Osaka del 19 de mayo de 2011), señalarían que el reactor Fukushima No. 1 podría haber sido utilizado para reprocesar uranio de calidad militar.

De demostrarse la veracidad de esto, ello conformaría una clara violación por Japón del tratado de No Proliferación de Armas Nucleares, en cuyo caso se esperaría que la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) a cargo del japonés Yukiya Amano y los gobiernos de EE. UU. y Reino Unido, al menos investigarían y procurarían levantar el velo sobre estos puntos oscuros. Pero, no: pareciera que todos están demasiado ocupados en inventar pruebas sobre la inexistente amenaza nuclear iraní. La AIEA, en su postura muy favorable a los intereses de EE. UU., Reino Unido y sus aliados, apenas si ha prestado alguna atención a lo que ocurre en Fukushima.

Según fuentes anónimas dentro de la agencia de no proliferación de EE. UU., se sospecha de la existencia de uranio altamente radioactivo que correspondería a ojivas nucleares norteamericanas desmanteladas y almacenadas en piletones de combustible gastado en Fukushima, pudieron haberse encendido luego que el terremoto dejara fuera de servicio las bombas de agua.   La serie de detonaciones que ocurrió no permitió que los equipos de reparación pudieran acceder a los controles del núcleo del reactor, que eventualmente se derritió perforando sus cámaras de contención, lo que hizo que tomara contacto directo con el suelo debajo del mismo. Buena parte de ese material nuclear enriquecido provendría de los arsenales militares de EE. UU., según un acuerdo secreto del año 2006 entre los gobiernos de George W. Bush y Shinzo Abe de Japón.

Los operarios de emergencia en la planta también informaron que recientemente se le habría reinstalado al supuestamente vacio reactor No. 4 una nueva cobertura de acero por su constructor General Electric (GE). encontrándose totalmente cargado con nuevas varillas de combustible. A su vez, los dos reactores adicionales habrían sido utilizados para operaciones clandestinas de enriquecimiento de uranio previo a su extracción.

Según Shimatsu, las empresas Hitachi Electric y Honeywell estarían en sociedad para desarrollar un sistema de laser-plasma para extraer plutonio y uranio de alta pureza. Estas corporaciones, junto con la GE (EE. UU.), GEC (Reino Unido), y otras, operan en red y conforman un lobby favorable a la industria de la energía nuclear, cuyos principales nódulos a lo largo de las últimas seis décadas han incluido al Ministerio de Economía, Comercio e Industria del Japón –un verdadero estado dentro del Estado japonés– al Partido Demócrata Liberal y a los departamentos de Estado y de Defensa de EE. UU. Todos, a su vez, coordinados a través de altos directivos y funcionarios de gobierno que son miembros de la poderosa Comisión Trilateral de Rockefeller/Rothschild.

De comprobarse la existencia de algún tipo de colaboración encubierta en programas de armas nucleares entre Washington y Tokio, ello conformaría una violación abierta de tratados internacionales y del Tratado Estadounidense-Japonés de Seguridad por el cual Japón permite bases militares estadounidenses en su territorio a cambio de protección norteamericana bajo su “paraguas nuclear”.

En tal caso estaríamos ante otro caso de doble discurso por parte de las potencias occidentales en materia nuclear, lo que no habrá de sorprender toda vez que se tenga en cuenta el apoyo secreto que desde hace décadas brinda EE. UU. al desarrollo del programa militar nuclear de Israel, tolerando incluso que dicho Estado no firme el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares.

¿Qué misterios se ocultan detrás de Fukushima? ¿Qué secretos inconfesables ocultan GE, GEC, TEPCO, Hitachi, Honeywell y los gobiernos japonés y estadounidense en este tema? 

Pareciera que se necesita unir los puntos más apartados e improbables para formarnos una imagen correcta de esta realidad…

Adrian Salbuchi para RT en Español

Adrian Salbuchi es analista político, autor, conferencista y comentarista en radio y TV de Argentina. www.asalbuchi.com.ar

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