Por: Leonel Vega Mora, Profesor e investigador, Departamento de Ingeniería Civil y Agrícola - Universidad Nacional de Colombia
Jun. 09 de 2012
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Unos 400 mil habitantes, distribuidos en 11 municipios y 4 departamentos, viven en la zona de La Mojana. Miles sufren los rigores de las inundaciones. |
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El dique marginal del río Cauca fue construido de forma deficiente, sin seguir todas las recomendaciones técnicas planteadas por la UN. - Fotos: Cortesía Leonel Vega Mora |
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Problemas sociales, económicos y hasta de seguridad afrontan los habitantes de La Mojana a causa de las inundaciones. Los más afectados son los niños. |
Una detallada y exhaustiva investigación hecha por la Universidad Nacional de Colombia entrega recomendaciones técnicas para el ordenamiento ambiental y el desarrollo territorial de esta depresión terrestre del Caribe colombiano. Se requiere adecuar los caños receptores y reconstruir el dique marginal del río Cauca para controlar las inundaciones. El documento ya está en manos del Gobierno nacional.
La región de La Mojana forma parte de la depresión momposina, una gran zona baja inundable que se formó a finales de la era Terciaria (hace 20 o 30 millones años) por el lento hundimiento de la placa tectónica del Caribe bajo la placa de Suramérica.
Desde su formación, ha sido irrigada por los desbordes naturales del río Cauca en su margen izquierda, lo que ha conformado un sistema hídrico de drenaje que involucra múltiples caños y ciénagas. Esto posibilita la distribución de agua y sedimentos, función básica que garantiza el aporte continuo de nutrientes y el mantenimiento de la riqueza ecosistémica de la región.
Este enorme humedal, de alto valor estratégico para el desarrollo del Caribe colombiano, constituye un gran “delta interno” en el que confluyen los ríos San Jorge, Cauca, Nechí y Magdalena (región Brazo de Loba), que presta cuantiosos e indispensables servicios ambientales.
Aunque el Gobierno nacional ha definido estudios, políticas, planes y programas, la región presenta problemas sociales, económicos, institucionales y ambientales, por no mencionar los de orden público.
La mayoría son consecuencia de obras inadecuadas. En primer lugar, de la construcción de la carretera San Marcos-Majagual-Achí, que se diseñó y construyó sin las condiciones ambientales necesarias para garantizar el libre flujo de agua a través de los caños que recogen las aguas desbordadas del Cauca.
Y, en segundo lugar, de la construcción del dique marginal de este río, entre Nechí y Achí, que fue erigido sin tomar en cuenta muchas de las especificaciones técnicas del diseño original –elaborado por la Universidad Nacional de Colombia–, orientadas a garantizar el desborde controlado de las aguas hacia los caños de La Mojana.
Las dos megaestructuras provocaron cambios importantes en el régimen hídrico y sedimentario del ecosistema. Se pueden distinguir tres zonas definidas:
- la más baja (al norte), en donde las inundaciones duran, en promedio, seis meses;
- la intermedia, en las que se extienden entre tres y cuatro meses; y
- la más alta (al sur), en las que duran menos de tres meses.
Estudios
El 7 de junio de 2011, el Gobierno nacional, a través del Departamento Nacional de Planeación (DNP), celebró con la UN un convenio interadministrativo cuyo fin es “aunar esfuerzos para la formulación de estrategias de corto plazo que requiere el ordenamiento ambiental y el desarrollo territorial de la región de La Mojana; particularmente para la realización de estudios, análisis y recomendaciones sobre las obras de infraestructura necesarias y prioritarias”.
Así, se constituyó el equipo de trabajo UN-Mojana, coordinado técnicamente por profesores de Bogotá y Medellín que son apoyados por estudiantes de maestría y pregrado, profesionales externos y funcionarios de labores administrativas.
Su trabajo incluyó buena parte de los cauces y paleocauces (ríos secos que se reactivan en tiempos de grandes lluvias) del sistema fluvial del río Cauca. Durante la labor de fotointerpretación, el equipo confirmó un amplio sistema de paleocauces en la zona central (caño San Matías, Rabón, la Sangre, La Mojana y Panceguita, entre otros), que evidencian un periodo reciente (holoceno superior) de sedimentación y cambios de curso (avulsión).
En cuanto a la dinámica fluvial reciente, corroboró un proceso de formación de rompederos (sitios donde el agua daña las obras de contención), en la margen izquierda del río Cauca y, en menor medida, en la margen derecha. Este indica una lenta acumulación de sedimentos (colmatación) en el curso actual del río, que lo obliga a buscar vías alternas de circulación y que puede ser acrecentado por los aportes de la minería aluvial de oro que se presenta en sectores del bajo Cauca y Nechí.
Proyecciones
La modelación matemática, desarrollada por el profesor Luis Alejandro Camacho –de la Facultad de Ingeniería de la UN en Bogotá–, permitió comparar alternativas de manejo hídrico y de sedimentos, así como identificar los problemas de inundaciones y de disponibilidad del agua en diferentes condiciones hidrológicas.
Los resultados más importantes tienen que ver con la verificación del comportamiento hidráulico de los diques-vertederos, en los siete sitios que se proponen como alternativa de control del río.
Las predicciones del modelo muestran que la alternativa propuesta es viable hidráulicamente y que reduciría las inundaciones en cerca de 25.150 millones de metros cúbicos.
Además, indican que el sistema sería capaz de mantener el área sin inundaciones por un periodo de cincuenta años. Para un nivel de protección más alto –por ejemplo, de cien años–, sería necesario ampliar más los canales y modificar las estructuras de vertimiento elevando el dique a una cota mayor.
Dique marginal
La evaluación del dique marginal del río Cauca –coordinada por la profesora Lilian Posada, de la Facultad de Minas de la UN en Medellín– estableció que el diseño original (entregado por la UN) cumplía con las especificaciones técnicas de control del agua de desborde.
Sin embargo, fue construido de forma deficiente y sin seguir muchos de los lineamientos establecidos, como, por ejemplo, ser multipropósito (control de inundación y vía carreteable), disponer de diques-vertederos (en los sitios críticos para garantizar los caudales de desborde) o estar alineado a una distancia considerable del lecho menor del río.
El análisis de sus puntos críticos llevó a diseñar refuerzos para el terraplén y a recomendar protecciones para las bancas del canal, en donde el dique –aun en buen estado– se ve amenazado por la socavación y erosión de las bancas. Para los tramos más deteriorados se rediseñaron nuevos diques-vertederos, más alejados de la orilla.
Regresar los caudales
El estudio de viabilidad, adelantado por los profesores Jaime Iván Ordóñez, Gabriel Pinilla, Kim Robertson y Leonel Vega –bajo la coordinación del profesor Luis Alejandro Camacho–, determinó que no resulta viable la idea de hacer un canal paralelo a la carretera San Marcos-Achí ni la de mejorar solo un canal de los existentes (el del caño Rabón, que es paralelo a la vía en la mayor parte de su recorrido).
Como complemento, el análisis ambiental de los caños y ecosistemas de la zona media y baja, coordinado por la profesora Lilian Posada, confirmó la necesidad de regresar los caudales a la región, para detener el deterioro causado por la falta de conectividad del río con los humedales.
Se requiere, entonces, ingresar una cantidad mayor de agua a través de diques-vertederos, pero adecuando los caños receptores. Para esto, se hace necesaria no solo la reconstrucción del dique marginal, con sus correspondientes diques-vertederos, sino también la adecuación y mejoramiento de casi todos los caños o, al menos, de los más importantes (Rabón, Pescado y Muñoz, Barro y San Matías, así como Mojana y Pancegüita).
Gestión
En general,
el equipo de la UN considera que cualquier planteamiento de alternativas de control de inundaciones para La Mojana debe basarse en un entendimiento claro
- de las condiciones geológicas y geomorfológicas del área,
- de la naturaleza del sistema de drenaje,
- de las características físicas, bióticas y socioeconómicas del medioambiente y
- de los efectos de la infraestructura actual.
En este sentido, se hace prioritario efectuar las siguientes actividades, cuyo fin es garantizar un mínimo de información básica de la región:
- instrumentación hidrometeorológica de la red Ideam;
- levantamiento altimétrico de precisión (mediante lidar) de ríos y caños de La Mojana;
- levantamiento topobatimétrico de ciénagas;
- campañas de calidad del agua para la calibración del modelo integrado;
- actualización del modelo matemático.
De otra parte, la profesora Verónica Botero, de la Escuela de Geociencias y Medioambiente de la UN en Medellín, en su diagnóstico sobre las prácticas e instrumentos de gestión, demostró que no existe articulación entre lo regional y lo local, lo que lleva a una planificación fragmentada del territorio.
Además, encontró que se desconocen los factores que intervienen en el riesgo de inundación, así como la relación que este tiene con los diferentes componentes del desarrollo y del ordenamiento. Igualmente, halló que la capacidad de gestión del riesgo de los municipios es baja, lo que los hace más vulnerables.
Por eso, plantea revisar el actual sistema de gestión y diseñar un nuevo modelo institucional y político que englobe todos sus aspectos en una política nacional de riesgo, debidamente instrumentalizada.
Finalmente, mediante
el proceso de evaluación sistémica de la dimensión ambiental, adelantado por el profesor Leonel Vega, fue posible identificar, valorar y hacer el análisis cualitativo de impactos ambientales para cuatro escenarios de intervención humana:
- condición antigua,
- actual,
- mejorada y
- ambientalmente sostenible.
Se requiere proceder al análisis cuantitativo, a fin de definir las medidas de manejo ambiental más efectivas para mitigar, compensar y eliminar dichos impactos; así como para garantizar el ordenamiento, planificación y desarrollo territorial sostenible de La Mojana.
Recomendaciones
La modelación matemática, que muestra las variaciones en el tiempo de la información hidrológica de la zona (hidrogramas) para cada uno de los caños receptores, comprobó, en todos los casos, que la capacidad hidráulica de los canales es suficiente para evacuar los caudales a través de secciones ampliadas mediante dragado.
Para la adecuación de los caños existen dos alternativas, que difieren en cómo disponen el material extraído de las paredes y del lecho del canal. La primera contempla dejarlo en el mismo lecho, pero empaquetado en contenedores que, a la vez, refuerzan la base del talud del canal y lo estabilizan. Esta solución es la más costosa.
La segunda contempla disponerlo en la planicie dentro de pozos recubiertos con un textil y adecuadamente drenados para regresar las aguas de precipitación al canal.
La elección de una u otra alternativa deberá hacerse después de analizar, en cada caño, la calidad de los sedimentos y, por supuesto, los costos.
Las anteriores son solo algunas de las recomendaciones que entregan los profesionales de la UN, luego de un exhaustivo y minucioso trabajo investigativo. En manos del Estado colombiano está el apropiarse de estos estudios y ejecutar las obras con los criterios técnicos entregados, para contribuir así al mejoramiento de la calidad de vida de sus habitantes y al desarrollo sostenible de la región.