ORIGINAL: Aburrá Natural
1 de mayo de 2013
Muchos crecimos creyendo que las chuchas eran ratas grandes. De hecho, todavía escuchamos que los términos “chucha” y “rata” (o ratón) se mezclan indiscriminadamente entre los habitantes de la ciudad y de muchas zonas rurales. Creemos que la asignación errónea de estos nombres ejemplifica el desconocimiento abismal aún existente de nuestra biodiversidad.
Sospechamos que el llamar a una rata grande “chucha”, o el asumir que una chucha es una rata, ha ido perpetuando de cierta forma la falsa convicción de que los marsupiales no existen en nuestro continente. Esta confusión se ha extendido en tantos escenarios, personas y geografías, que es una de las creencias generalizadas que más hemos tenido que desmentir en nuestra tarea de documentar y enseñar sobre la diversidad local.
Los marsupiales se distinguen de los otros mamíferos por una serie de particularidades esqueléticas, craneanas y anatómicas. La característica más evidente es su reproducción. Las crías de los marsupiales presentan un nacimiento temprano producto de un período de gestación corto. Por lo tanto, nacen muy poco desarrolladas y podría decirse que son embriones frágiles, minúsculos (al nacer sólo alcanzan el 1% del peso de la madre), ciegos, con órganos levemente formados y poco funcionales, exceptuando sus miembros superiores. El tener sus extremidades anteriores o "brazos" desarrollados les permite la extraordinaria capacidad de escalar por el pelo de la madre hasta alcanzar uno de los pezones que están en la región abdominal. En algunas especies los pezones se encuentran dentro del marsupio (o bolsa marsupial), el cual provee protección a la cría mientras termina de desarrollarse. El proceso de lactancia es largo y la mayoría de su desarrollo se presenta durante este tiempo.
La mayor diversidad de marsupiales se encuentra en Australia y Suramérica, y constituyen uno de los grupos más característicos de la fauna de estas dos regiones tan distantes. Este peculiar grupo de mamíferos presenta una gran variedad de formas, tamaños y especializaciones (incluyendo especies arbóreas, terrestres, subterráneas y semiacuáticas), así como diferentes formas de desplazamiento (caminan, saltan, planean, corren y nadan).
Si bien no tenemos esa fauna marsupial carismática australiana, reconocida alrededor del mundo (por ejemplo wallabies, koalas o canguros), el continente americano, Colombia e incluso Medellín también son habitados por marsupiales, los cuales hacen parte y cumplen funciones importantes en nuestros ecosistemas. Colgados de ramas, olfateando en el musgo de los bosques de niebla, escondidos en hojarasca acumulada en los campus universitarios, o incluso nadando en los meandros de las quebradas en las áreas más empinadas, los marsupiales del Valle de Aburrá hacen parte de los mamíferos más encantadores que hemos conocido.
Marsupiales. Aburrá Natural |
Aunque no sabemos cuántos marsupiales existan realmente en el Valle de Aburrá, podemos decir que hasta el momento, al menos nueve especies han sido encontradas. Éste sigue siendo un grupo poco conocido dentro de la diversidad de mamíferos que tenemos en nuestras inmediaciones, sin embargo, los estimativos preliminares demuestran que aún existe una riqueza importante de marsupiales en estas montañas y que ésta no es nada despreciable pues “compite” incluso con la diversidad periurbana de ciudades australianas. Por ejemplo en Sydney, la ciudad más grande de Australia, los estimativos de la diversidad actual de marsupiales varían entre 6 y 12 especies, dependiendo del sector.
Aunque iremos hablando de las particularidades de cada marsupial del Valle de Aburrá en notas futuras, la experiencia de observar cómo las personas confunden chuchas con ratas y ratas con chuchas, nos motiva en esta ocasión a explicar un poco las características externas que ayudarían a reconocer a una de nuestras chuchas, la chucha común (Didelphis marsupialis), el marsupial que más se ve en la región.
En general, la chucha común es un mamífero mediano (tal vez del tamaño de un gato adulto) con orejas desnudas de color oscuro que sobresalen de la cabeza. Su coloración es variable aunque el aspecto usual del lomo es oscuro con pelos largos y gruesos (de apariencia de "alambre"). La cola es más larga que la combinación de la longitud cabeza y cuerpo, es gruesa, sin pelos largos evidentes (es decir que parece desnuda o pelada y es por esto que en algunos sectores la llaman “rabipelado”) y es prénsil (en otras palabras, que puede amarrarse y colgarse a la manera de algunos micos). Además, si observamos con más detalle, podemos ver que tienen un dedo de la pata trasera que es oponible (similar a nuestro pulgar pero en los pies), lo que le facilita moverse entre las ramas. Adicionalmente, tiene una bolsa marsupial en el vientre (aunque como discutiremos en notas posteriores, no todos los marsupiales la tienen).
Normalmente, la chucha común es nocturna y solitaria. Algunas poblaciones y especies se han adaptado a la vida en las ciudades, pero desde hace algunos años percibimos que esta especie ha empezado a verse con menor frecuencia en Medellín. Sin embargo, aún es común en las afueras de la ciudad y en aquellos sectores del Valle de Aburrá donde hay árboles frutales (de los que se alimenta) y en aquellas casas con tejas de barro (donde buscan refugio y/o hacen nidos). Desafortunadamente, a estos animales los matan constantemente por frecuentar cultivos y árboles frutales, y son atropellados continuamente en las vías de las laderas e inmediaciones de la ciudad.
Al igual que las ratas y ratones, las chuchas (o zarigüeyas) son erróneamente consideradas animales despreciables y peligrosos. Sin embargo, la percepción hacia ellas cambia si las relacionamos con sus familiares marsupiales como canguros o koalas. De hecho, son animales divertidos, acróbatas y que saben “hacerse los muertos”, como “Crash” y “Eddie” en la serie de películas animadas “La Era del Hielo” u “Ozzie” y “Heather”, las chuchas de “Vecinos Invasores” (en inglés “Over the Hedge”).
Identifique con orgullo la presencia de este representante aún común de los marsupiales suramericanos en el Valle de Aburrá. De esta forma, tal vez con el tiempo logremos que la chucha común sea tratada como un ícono de nuestra biodiversidad continental, esa que nos permita sentirnos igual o más orgullosos que los australianos por tener (y ojalá por preservar) una biodiversidad tan peculiar e irrepetible.
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