Damar López-Arredondo, 28
Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional
Damar López-Arredondo |
Damar López-Arredondo era todavía una estudiante de bachillerato cuando escuchó hablar por primera vez de los impactos que tiene la biotecnología en la mejora de la calidad de la vida de las personas. En una charla con motivo del Día de la Ciencia y la Tecnología, dos investigadores de la Universidad Autónoma de Sinaloa y del Cinvestav le mostraron que en México hay instituciones punteras dedicadas a abordar infinidad de problemas relacionados con la agricultura o la salud. “Me pareció tan asombroso lo que nos contaron que decidí que quería formar parte de los que solucionan esos problemas”, recuerda la joven, que hoy es ingeniería bioquímica y especialista en genética de plantas, además de empresaria.
Tras más de diez años de duro trabajo académico y administrativo, la decisión que tomó aquel día ha demostrado ser la correcta y el camino que se marcó empieza a dar sus frutos. López-Arredondo acaba de ser distinguida con el galardón al ‘Innovador del Año’ en los premios TR35 México 2012, que reconocen a los jóvenes con mayor talento y capacidad de transformación del país. “Estoy segura de que mi trabajo contribuye a que la ciencia se convierta en el motor de desarrollo de México”, asegura.
A sus 28 años esta investigadora es ya una de las jóvenes referentes de la biotecnología ‘verde’ (la aplicada a procesos agrícolas) en este país gracias, en gran parte, a los avances que ha logrado durante el desarrollo de su tesis doctoral, que ha centrado en diseñar sistemas moleculares que optimizan el aprovechamiento del fósforo por parte de numerosas plantas con interés agronómico y bioenergético.
El fósforo, un nutriente básico para el crecimiento de las plantas, es un recurso no renovable cuyas reservas mundiales están disminuyendo rápidamente. La disponibilidad de fosfato - el compuesto de fósforo que las plantas toman del medio- es muy baja en la mayoría de los suelos cultivables del planeta, lo que provoca cosechas poco productivas si no se utilizan fertilizantes ricos en fosfatos, cuyo uso no deja de aumentar.
López-Arredondo ha diseñado un gen que, incorporado a las plantas, permite que puedan metabolizar un compuesto de fósforo distinto al fosfato: el fosfito, que actúa además como herbicida y fungicida. Gracias a este gen las plantas transgénicas asimilan el fosfito y lo convierten después en el fosfato que necesitan para nutrirse. De esta forma, los agricultores necesitarían menor cantidad de fertilizantes y herbicidas, ya que las malas hierbas - incapaces de asimilar fosfito- no compiten por él. Según López-Arredondo, el uso de este nuevo producto “disminuye la cantidad requerida de fertilizante entre un 30 y un 50 por ciento, elimina o disminuye el uso de herbicidas, y es inocuo para humanos y animales”.
Para Vicente Rubio, investigador del departamento de Genética Molecular de Plantas del Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC, en España), la búsqueda de fuentes alternativas de fósforo y la obtención de variedades vegetales que utilicen fertilizantes fosforados de manera más eficiente son “dos áreas de interés biotecnológico muy relevantes por sus beneficios económicos y medioambientales“. En este sentido, la propuesta de López-Arredondo de usar plantas de interés agronómico (como el trigo, la soja o el maíz) modificadas genéticamente para ser capaces de asimilar fosfito supone para Rubio “una alternativa muy novedosa e interesante”. Esta tecnología, que puede aplicarse también a la cría de microalgas productoras de biocombustibles, está siendo considerada actualmente para su publicación por una revista científica de alto impacto.
Pero además de sus aptitudes para el trabajo en el laboratorio, lo que destaca en la joven TR35 es su clara voluntad de trasladar sus avances al mercado. López Arredondo reconoce que el profesor Herrera-Estrella -destacado experto en nutrición vegetal y miembro de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos- despertó “su actitud emprendedora y de innovación, de estar siempre alerta para buscar y saber identificar oportunidades de crecimiento”.
De esta inquietud nació en 2011 StelaGenomics, una start-up biotecnológica fundada con capital totalmente privado por López-Arredondo junto con Herrera-Estrella, Simon Goldbard y Adolfo Nemirovsky. StelaGenomics, propietaria de los derechos mundiales de esta tecnología de modificación genética, está enfocada a desarrollar su potencial, optimizarla y comercializarla a nivel global una vez finalicen los estudios de campo. Según López-Arredondo, estas pruebas sobre el terreno se llevarán a cabo en la segunda mitad de 2012 en México y Argentina y consistirán en ensayos de control de malezas y fertilización de plantas transgénicas mediante la aplicación de fosfitos.
Aunque la línea de investigación con mayor peso en StelaGenomics es el desarrollo de cultivos de interés agronómico y económico, López-Arredondo quiere ampliar el abanico de aplicaciones de su tecnología, ya que las semillas de variedades transgénicas como las suyas pueden tardar 5 años en llegar al mercado. Paralelamente, la empresa se centrará en el desarrollo de microalgas capaces de utilizar fosfito como única fuente de fosforo y muy eficientes en la producción de biocombustibles. “Hemos realizado investigación básica para demostrar que la tecnología puede ser introducida y es funcional en microalgas que ya se usan para estos fines”, explica López-Arredondo, que puntualiza que se han centrado en variedades utilizadas en reactores abiertos, los más susceptibles de contaminarse por algas indeseables.
No obstante, en el futuro la joven emprendedora pretende diferenciarse de sus competidores desarrollando “cepas propias y específicas” que puedan resultar más rentables. “Vamos a iniciar colectas de campo en diferentes regiones de México para obtener varias especies de microalgas con características únicas”, afirma. Otro de sus nichos de mercado futuros podría ser el desarrollo de variedades resistentes a la sequía. “Hacer más eficiente el uso del agua es también muy importante en agricultura”, asegura.
Según López-Arredondo, StelaGenomics está ya negociando con dos empresas el licenciamiento de su tecnología al tiempo que pone las bases de su desarrollo futuro. ”Los 1,6 millones de dólares iniciales (1,2 millones de euros) están siendo destinados a contratar personal administrativo y de investigación, a caracterizar líneas transgénicas de maíz, soja, papa y trigo, y a adaptar la tecnología en el cultivo de microalgas”, detalla la joven. En los próximos años prevén captar entre el 1 y el 3 por ciento de un mercado global -el de las semillas transgénicas, herbicidas y fertilizantes- que según sus estimaciones representa más de 100 mil millones de dólares.
StelaGenomics se ha convertido ya en una referencia en la región de Guanajuato y ha impulsado a otros jóvenes investigadores a iniciar proyectos similares. “El hecho de que mi tesis de doctorado sea la raíz de este gran proyecto está animando a otros a emprender este camino”, asegura la TR35. Aunque su sede está en EE.UU., la parte de investigación y desarrollo se realiza en México, donde están estableciendo una compañía subsidiaria. En la actualidad, dos de los seis empleados de StelaGenomics son candidatos a doctor, y para López-Arredondo, formar un grupo de investigación científica y desarrollo tecnológico en la empresa será uno de los grandes retos de los próximos años. “Espero que esta experiencia sirva para entrenar a al menos 4 o 5 jóvenes doctores, entre los que me incluyo, en la creación de empresas de base tecnológica”, remarca la joven.
El otro gran objetivo de la TR35 de cara a los próximos años es “posicionar a StelaGenomics en la escena mundial del desarrollo tecnológico” y, a nivel más personal, realizar una estancia en un laboratorio extranjero de prestigio internacional. Por ahora, su proyecto ha llegado ya a China, uno de los mayores productores y consumidores mundiales de fertilizantes fosforados, donde López-Arredondo fue invitada a presentar su trabajo en octubre de 2011, durante el I Congreso Anual de Agricultura Biotecnológica. “Fue una muy buena experiencia", asegura. "Conocimos a personas de multinacionales como Bayer y Monsanto muy interesadas en nuestra tecnología, y de otros institutos como el NIAB (Instituto Nacional de Botánica Agrícola, en Reino Unido) con quienes empezaremos pronto a trabajar en lo relacionado con el trigo", concluye la galardonada. -Elena Zafra
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