domingo, 9 de septiembre de 2012

Modelo artificial para medir la efectividad de los cosméticos.

ORIGINAL: Universia
06/09/2012

El grupo de Farmacogenética del Departamento de Farmacia de la Universidad Nacional en Bogotá desarrolló un modelo que permite medir algunas de las bondades que ofrecen estos productos.

Imagen suministrada
Es tan certero el prototipo que la Federación Farmacéutica Sudamericana acaba de otorgarle el primer premio en innovación cosmética, en el marco de su congreso número XV. Una distinción que obedece a su gran sustento científico, que permite demostrar si tienen o no funcionalidad como antiedad y calcular la seguridad de cada insumo.

Según el profesor Fabio Aristizábal, director de la investigación, este ejercicio estuvo motivado por la preocupación que surge de que “en el mercado cosmético, aparentemente todo es válido”. Y tiene que ver con un desarrollo molecular que, básicamente, utiliza un método de seguimiento de expresión génica, mediante una reacción que se le conoce como retrotranscripción y amplificación molecular.

Esto permite comparar, en cultivos celulares, cómo un conjunto de materiales que han sido sometidos a tratamiento y otros que no expresan moléculas que fortalecen la piel. Asimismo, hace posible identificar de qué manera varia la expresión de los genes; y así, dependiendo de su tipo y de su función, se puede decir cuáles son sus acciones”, asegura.

A través de un sistema in vitro, se examinaron dos extractos de piper (una planta de la familia de las piperáceas). Uno resultó ser muy efectivo estimulando genes asociados con colágenos, pero, a su vez, inhibiendo los que desarman la matriz extracelular: las metaloproteazas. En cambio, el otro extracto no. Para la prueba fueron seleccionados doce genes que parecían ser los más significativos.

Se evidenció de manera contundente, por medio de estos análisis, cuál tiene moléculas funcionales (antiarrugas y antiedad en general) y si realmente es efectivo o simplemente es carreta”, asegura.

Cabe anotar que, en el mundo, lo que se impone en materia de análisis de estos tipos de productos es el uso de modelos que no empleen animales. Esto resulta ser de provecho desde el punto de vista ético. Pues estos sistemas utilizan células que no afectan individuos y que se pueden estar renovando de manera continua.

El investigador señala que este tipo de modelos —en los que no se usan animales de laboratorio, sino células derivadas de humanos—permiten establecer de manera concluyente que la función existe. “Es un modelo rápido para determinar efectividad”, dice.

Igualmente, indica que se puede analizar si la población celular es afectada por los tratamientos o muere, pues también se pueden contar las células y dar una alarma en caso de que alguna de estas materias primas tenga cierto efecto tóxico.

Así, sin duda se trata de modelos muy útiles para probar la seguridad, pues, aunque no pareciera, también en esta industria existen riesgos. “Hay que recordar que en la piel uno no se debe aplicar cualquier cosa”, asevera.

En la actualidad, se pueden utilizar, por ejemplo, fibroblastos (las células que están encima de la piel) o queratinocitos (células predominantes en la epidermis). Asimismo, se puede trabajar sobre una piel artificial que fabrican con una matriz tridimensional y tiene células de diferente origen (fibroblastos y queratinocitos), sobre las cuales se pueden medir este tipo de genes.

Con respecto al futuro, el profesor Aristizábal cuenta que han ofrecido el modelo a la industria. En efecto, confirma que existe un proyecto aprobado dentro de un consorcio en cosmética y apoyado por Colciencias, en el cual se van a implementar algunos de estos métodos, a fin de desarrollar productos antienvejecimiento, alisadores de piel, entre otros.

El proyecto, financiado por el grupo y la División de Investigación de la sede, estuvo a cargo de Catalina Amaya y Catalina Acevedo (químicas farmacéuticas) y de Lina María Escobar (magíster en Biotecnología).

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