domingo, 7 de abril de 2013

Laura Deming: “Mi meta es extender la esperanza de vida”

ORIGINAL: Prensa Libre
POR ROBERTO VILLALOBOS VIATOD REVISTA D
07/04/13

Es una chica sonriente y espontánea. Delgada y alta. Conversadora. Muy inteligente. Laura Deming nació hace 18 años en Nueva Zelanda, un país insular de Oceanía localizado en el suroeste del océano Pacífico, formado por dos grandes islas y muchas otras más pequeñas.

Laura Deming. Una fundación le dio US$100 mil para que abandonara sus estudios y se dedicara a la investigación. La joven lo hizo y le va bastante bien. Esta es su historia.
Laura, aún bastante joven, ya es una destacada bióloga. Apenas tenía 12 años cuando, con su familia, se mudó a San Francisco, Estados Unidos, para trabajar con Cynthia Kenyon, una prestigiosa bióloga molecular que estudia el proceso del envejecimiento. A los 14 se mudó a Boston para ingresar en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, en inglés), una auténtica “fábrica de cerebros”.

A los 17, la Fundación Thiel puso en sus manos US$100 mil a cambio de que abandonara sus estudios —eso fue en el 2011—. Claro, el trato no era “así por así”. La brillante Laura, además, debía implementar tecnologías de punta con teorías innovadoras en el campo en el que se desenvolvía. En su caso, se enfoca en crear una terapia para incrementar la esperanza de vida del ser humano; es decir, obtener una fórmula para detener el envejecimiento. Fue así que cofundó la compañía Floreat Capital, con la cual lucha para alcanzar esa meta.

La joven Deming estuvo hace unos días en Guatemala, invitada por la Universidad Francisco Marroquín, donde impartió varias conferencias, todas en inglés, donde expuso las investigaciones y resultados que ha efectuado en su ya vasta y fructífera carrera científica.

¿Cómo te vino la idea de que el envejecimiento puede ser tratado?
Sucedió cuando tenía 8 años. Mi mamá me habló acerca de la muerte y no podía parar de llorar. Eso me parecía una tragedia. La vida es increíble, pero la muerte es inevitable. Para entonces ya me había gustado la biología. Desde entonces, mi concepción de ciencia cambió, pues la empecé a ver como un factor que puede salvar vidas.

Pese a esa corta edad, decidiste ponerte manos a la obra.
(Ríe). Sí. Cuando tenía 12 años —vivía en Nueva Zelanda— le escribí un correo electrónico a Cinthia Kenyon —biogerontóloga y bióloga molecular—, quien para mí es la mejor científica que estudia el envejecimiento en Estados Unidos. No tenía nada qué perder. Ella, sorprendentemente, me contestó y me invitó a trabajar en su laboratorio en la Universidad de California, en San Francisco (UCSF). Tomó el riesgo de permitir que yo, entonces una niña, empezara a investigar sobre ese tema. Fue así que Kenyon se convirtió en mi mentora.

Siendo tan pequeña, ¿entendías lo que ella te enseñaba?
Kenyon tenía una manera adecuada para describir las cosas. Por ejemplo, me decía que los científicos son como detectives, que tratan de resolver misterios y descubrir a los “culpables” genéticos del envejecimiento.

¿Qué fue lo que hiciste en la UCSF?
Juguetear con pequeños gusanos —C. elegans— en el laboratorio de biología, tratando de que estos vivieran más de lo esperado, lo cual logré. También tomé clases de genética y bioquímica, entre otras materias.

Luego vinieron tus estudios en el prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, en inglés).
Sí. Ingresé cuando tenía 14 años.

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En el laboratorio Guarente, del MIT, Deming investigó el potencial terapéutico de la enzima SIRT1 en la osteoporosis y en el envejecimiento de mamíferos. Efectuó, asimismo, ensayos bioquímicos para estudiar la función proteica y trabajó con factores mutantes en ratones para establecer ensayos sobre osteoporosis. También efectuó estudios en el iGEM (International Genetically Engineered Machine Competition) y el Laboratorio Weiss, ambos del MIT.

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Luego te ofrecieron US$100 mil para que dejaras tus estudios.
(Ríe). Así es. Es la Beca 20 under 20 proporcionada por la Fundación Thiel.

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Dicha beca es facilitada por el magnate Peter Thiel, cofundador de la empresa de pagos en línea PayPal y uno de los primeros que apostó por Facebook.

Thiel incentiva con US$100 mil a jóvenes con mentes brillantes por debajo de los 20 años para que abandonen sus estudios y pasen los próximos dos años en Silicon Valley, San Francisco, para desarrollar proyectos innovadores.

Este empresario, quien tiene dos títulos por la Universidad de Stanford, considera que la educación superior actual está en una “burbuja loca”, como la ha denominado, pues hay miles de estudiantes que se endeudan para pagar una cuantiosa matrícula, la cual deben pagar al graduarse, consiguiendo, además, un trabajo que solo produce un pequeño retorno a la inversión.

Jim O’Neill, director de la Fundación Thiel, expresó en una entrevista con la BBC de Londres: “Hay obsesión por los títulos y las credenciales y no se presta suficiente atención a las habilidades y el talento (...) Hay muchos ejemplos de empresarios exitosos que crean un negocio rentable y no vuelven a la universidad, tales como Bill Gates, de Microsoft, o Steve Jobs, de Apple”.

Jim Danielson, otro de los becarios, también expresó en esa ocasión: “A veces el sistema universitario frena la innovación”. De momento, Danielson desarrolla un motor eléctrico para un automóvil Porsche 924S con energía electrónica que él mismo inventó.

Para Deming, el objetivo es diferente.

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¿Cuál es tu meta con esa beca?
Conseguir la primera terapia que permita incrementar la esperanza de vida del ser humano. Hasta ahora hemos tenido resultados alentadores. Con ratones de laboratorio, con la misma edad y características, pero algunos con modificaciones respecto de otros, se ha logrado incrementar su esperanza de vida. ¿Funcionará en humanos? Es posible, pero se necesitan más estudios. Para eso, quizás hagan falta otros 20 años.

¿Qué causa el envejecimiento?
Es causado por una complicada mezcla de factores genéticos y estocásticos.

¿Por qué para ti es tan importante vivir más?
Porque si no se encuentra algo para vivir más, el ser humano seguirá muriendo en torno a los cien años. Además, en el camino, es posible que se encuentren formas para detener o curar enfermedades propias del envejecimiento, como el alzhéimer, párkinson o Huntington.

Aparte de las enfermedades que me mencionaste, ¿crees posible curar el cáncer?
Quizás en unos 20 años se pueda conseguir una cura para el alzhéimer, pero el cáncer es muy complicado, ya que es muy diferente a otras enfermedades.

¿Temes envejecer?
No, no le temo a ese proceso, pero sí creo que es necesario encontrar una terapia que lo retrase.

Me has hablado de crear una terapia antienvejecimiento. ¿Consideras que tal proceso es una enfermedad?
La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, en inglés) no lo cataloga como tal.

Entonces, ¿cómo es que has podido crear un negocio alrededor de eso?

No es una hazaña. Mi compañía —Floreat Capital, de la cual es cofundadora y en la que trabaja con Corey Goodman, una destacada biotecnóloga—, procuramos crear una estructura rentable y autosostenible que permita tener varios proyectos antienvejecimiento, y luego comercializar las investigaciones. Es importante, además, que los científicos tengan fuentes estables para financiar proyectos de este tipo.

La Iglesia Católica no tiene una postura oficial en cuanto a la investigación genética. Ahora se ha elegido a un nuevo papa —Francisco—. ¿Esperas que esa institución se pronuncie al respecto?
Ese es un punto interesante. En realidad no sé qué decir. No soy católica, pero lo que esperaría es que la Iglesia esté abierta a la ciencia, pues las investigaciones que se llevan a cabo son para mejorar la salud y la calidad de vida en general. Sería terrible si hubiera algo que detuviera el desarrollo de este tipo de estudios.

¿Cuando termine tu beca —al final de este año—, planeas regresar a la Universidad?
Extraño estudiar para los exámenes, pero creo que podría aprender mucho más acerca de biotecnología —tanto en el aspecto científico como en lo empresarial— sumergiéndome en ella.

Al hablarte se nota tu entusiasmo por lo que haces. ¿Cómo pueden los jóvenes encontrar su aptitud?
Es una pregunta bastante difícil, pero creo que todo se dirige a encontrar aquello que a cada quien le apasiona. ¿Cómo se halla? Pues hay que hacer muchas cosas; experimentar. En ese proceso, esa persona se dará cuenta de cuáles son las cosas que le gustan hacer.

¿Es posible que todos logremos nuestros sueños?
Es posible que no sea posible lograr todo lo que quieras, pero si no lo intentas nunca lo sabrás. Los sueños grandes, lógicamente, son los más difíciles de alcanzar. Son realmente duros. Pero vale la pena intentarlo. No importa la edad. El solo hecho de estar vivo quiere decir que tienes la oportunidad de luchar por eso que quieres.

PERFIL
Laura Deming, neozelandesa de 18 años, estudió con la bióloga molecular Cinthia Kenyon, de junio del 2006 a mayo del 2009.

Del 2009 al 2011 ingresó en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, en inglés), para estudiar Física y Biología.

En el 2011 fue seleccionada para la Beca Thiel, que proporciona US$100 mil como incentivo para dejar los estudios, a cambio de desarrollar negocios y tecnologíasinnovadoras. Laura Deming se enfoca en crear una terapia efectiva para incrementar la esperanza de vida del ser humano.

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