ORIGINAL: MIT Technology Review
Por Susan Young
1 de abril de 2013
Los pacientes podrían desactivar un tratamiento experimental si los efectos secundarios son demasiado negativos.
Un nuevo y único tratamiento utiliza la terapia génica para inducir una respuesta inmune contra el cáncer, y su intensidad se puede controlar con una píldora. La combinación podría ayudar a adaptar el tratamiento a la respuesta individual del paciente.
El tratamiento utiliza células propias del cuerpo o células tumorales para producir copias adicionales de una molécula parecida a una hormona y que se da de forma natural en el cuerpo, llamada IL-12, que regula la respuesta inmune contra el cáncer. La semana pasada, Ziopharm Oncology anunció un estudio clínico del tratamiento para pacientes con cáncer de mama. La compañía ya está probándolo en pacientes con melanoma.
Muchos investigadores han explorado técnicas para acelerar la respuesta natural que el cuerpo utiliza para detectar y atacar a las células cancerosas. Sin embargo, controlar las células asesinas del sistema inmunológico a veces puede resultar difícil, tal y como descubrieron diversos investigadores en la década de los 90 cuando algunos pacientes con cáncer que recibieron la IL-12 en un ensayo clínico murieron a causa de los efectos secundarios tóxicos.
"La IL-12 es una [reguladora del sistema inmune] muy potente y puede generar una gran cantidad de efectos secundarios", señala Per Basse, médico-científico de la Escuela de Medicina de la Universidad de Pittsburgh (EE.UU.), dedicado al estudio de las células inmunes y su capacidad para combatir el cáncer. "Como médico, me gustaría ser capaz de subir y bajar la intensidad, de manera que podamos detener el proceso si vemos que no va del todo bien", señala.
Para evitar el aspecto peligroso de la molécula, el sistema de Ziopharm está diseñado para controlar la IL-12 con un interruptor genético y farmacéutico combinado. El gen de la IL-12 se inyecta en el tumor a través de un virus El gen comienza en modo 'apagado', por lo que en realidad no produce ninguna IL-12. Para activar el gen, el paciente tiene que tomar una pastilla con la que se le distribuye otra molécula. La ventaja es que cualquier paciente que comience a experimentar efectos secundarios desagradables debido a la IL-12 puede dejar de tomar la píldora. "Si las cosas se ponen mal, tienes una válvula de escape", asegura el director general de Ziopharm, Jonathan Lewis.
La clave del sistema 'inducible' es una versión del receptor que controla la muda en artrópodos (insectos, arañas y crustáceos), modificado para que determine si el gen IL-12 está encendido. El gen para ese receptor, que también se introduce en el cuerpo por un virus, está siempre encendido, pero su producto de proteína y, por lo tanto, su expresión de la IL-12 se activa por la píldora. Ziopharm consiguió una licencia del sistema de control de Intrexon para su uso en el tratamiento oncológico.
"La capacidad de inducción es una gran idea, pero el truco está en conseguir algo que podamos introducir en el tumor", señala Ralph Weichselbaum, investigador del cáncer en la Universidad de Chicago (EE.UU.), que ha trabajado en terapias contra el cáncer inducidas por radiación. En la actualidad, Ziopharm inyecta el virus cargado con el gen directamente en los tumores de los pacientes, aunque Lewis asegura que en el futuro el plan es inyectarlo en los músculos. "Las células musculares son fábricas de producción de proteínas muy buenas", indica.
Sin embargo, incluso inyectar el virus en un solo tumor provoca un efecto en los otros tumores, tanto en animales de laboratorio como en seres humanos. En estudios con animales, el tumor que recibe la inyección se hará más grande en un primer momento porque las células inmunes se acumulan en respuesta a la IL-12. "Después se hará más pequeño y desaparecerá", asegura Lewis. Ocurrirá lo mismo con los tumores que no reciban la inyección: crecerán, después se contraerán y más tarde desaparecerán. "Estamos observando cosas similares en la gente", afirma Lewis.
En última instancia, el sistema podría ser utilizado para administrar múltiples tratamientos genéticos a la vez, asegura Lewis. "Con una inyección podríamos ser capaces de controlar tres o cuatro proteínas [de lucha contra el cáncer] de distintas maneras".
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