ORIGINAL: El Espectador
Por: Mauricio García Villegas
En marzo de este año publiqué una columna con los resultados de un estudio de la OCDE en el que se muestra cómo, mientras más depende un país de la venta de petróleo, menos habilidades y conocimientos adquieren sus jóvenes a través del sistema educativo.
Dije entonces lo mismo que han dicho tantos: que el petróleo vuelve perezosos a los países y que el único desarrollo durable y sostenido es el que se consigue con esfuerzo.
En esa columna me quedé corto. El petróleo no solo amenaza el desarrollo económico sino también la independencia de los medios de comunicación, para no hablar del sistema ecológico y de otras cosas. Aquí quiero hablar de la independencia de los medios.
Hoy se sabe que las compañías petroleras (para no hablar de las mineras) invierten millones de dólares no solo en publicidad, para difundir una imagen endulzada de sus actividades, sino en financiar medios que difunden publirreportajes de sus empresas como si fueran noticias.
A principios de este año la Silla Vacía (LSV) recibió la visita de unos representantes de Pacific Rubiales que estaban dispuestos a pagar a cambio de que LSV publicara publirreportajes disfrazados de noticia, a lo cual Juanita León, la directora del portal, se negó de manera rotunda. En esta ocasión los petroleros no tuvieron éxito; pero todo indica que la verticalidad ética de LSV es más bien escasa en los medios, como lo muestra el cambio repentino que ha tenido el tratamiento de las noticias sobre Pacific Rubiales a partir de octubre de 2011, luego del inicio de la estrategia publicitaria de la compañía y de que los millones de dólares empezaran a rondar por las oficinas de los periodistas. Resultado, las malas noticias fueron reemplazadas por una publicidad alucinante, en donde se muestra a una compañía que provee todos los bienes posibles al país y a su gente, a tal punto que pareciera que los colombianos quedamos en deuda con ella.
Esta semana se produjo la expulsión del columnista Daniel Pardo del portal Kien&Ke por denunciar la publicación, en su medio, de reportajes pagados por Pacific Rubiales. En las explicaciones dadas por el portal de noticias, su directora, María Elvira Bonilla, no niega los hechos que Pardo denuncia, lo cual da a entender que lo dicho por Pardo es cierto.
La columna que escribí en marzo de este año sobre los peligros del petróleo fue laureada esta semana con el premio de Periodismo Simón Bolívar, lo cual me llena de satisfacción. Pero no puedo dejar de poner de presente la relación que existe entre lo que dije en esa columna sobre el petróleo y el hecho de que la señora María Elvira Bonilla, directora de Kien&Ke, cuestionada por su relación con Pacific, sea la presidenta del jurado que otorgó los Premios de Periodismo el martes pasado. Solo tengo motivos de admiración y respeto por los demás miembros del jurado (entre los cuales está Rodrigo Pardo, gran periodista y padre de Daniel Pardo) y por la institución misma del Premio Simón Bolívar; pero creo que la señora Bonilla le debe una explicación al país, al periodismo y a Seguros Bolívar sobre su relación con la petrolera.
La sociedad colombiana debe estar cada día más alerta frente a los riesgos que entrañan el petróleo y la minería. No hay que expulsar a las compañías petroleras, claro, pero sí hay que establecer reglas claras y equitativas con ellas. Si no lo hacemos ya, no solo corremos el riesgo de tener una economía más holgazana y una naturaleza más estropeada, sino también unos medios de comunicación menos independientes. Son demasiados peligros juntos.
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