lunes, 28 de mayo de 2012

Un estudio revela niveles elevados de plaguicidas en niños que viven en comunidades indígenas Se trata de menores que habitan cerca a plantaciones de banano y plátano

ORIGINAL: DICyT

El estudio sobre la exposición de niños a plaguicidas finalizó en el 2008 y se practicó en 140 niños y niñas entre 6 y 9 años, en su gran mayoría indígenas de la zona de Talamanca (FOTO: UNA).
UNA/DICYT Desde el 2006, el Instituto Regional de Estudios en Sustancias Tóxicas (IRET) de la Universidad Nacional de Heredia (UNA) realiza investigaciones para determinar la afectación a la salud humana de los plaguicidas utilizados en distintas plantaciones como las de plátano, banano, piña y arroz. Durante este periodo y hasta el 2008, se realizó un estudio sobre la exposición a plaguicidas en 140 niños y niñas, en su gran mayoría indígenas entre 6 y 9 años de la zona de Talamanca. La investigación tenía un enfoque ecosistémico en salud humana. Se estudió el problema desde una perspectiva integral y participativa, con un análisis de género, y conocimientos de diferentes disciplinas, incluyendo los saberes de las comunidades.

Como parte del estudio se evaluó el contacto que tenían los menores con el insecticida clorpirifos, usado en bolsas plásticas celestes para proteger la fruta, en dos poblados cercanos a fincas de banano (Daytonia) y plátano (Shiroles), y un poblado con producción de plátano y banano orgánico principalmente (Amubrë). Se obtuvieron muestras de orina de los niños para analizar en ellas el químico 3,5,6-tricloro-2-piridinol (TCPy), un producto del clorpirifos que se encuentra en la orina después de haber estado en contacto con este plaguicida. También se lavaron las manos y pies de seis niños y se tomaron muestras de aire, suelo y agua.

El estudio determinó que los niños y niñas de Daytonia y Shiroles tenían, en promedio, concentraciones de TCPy dos veces más altas que los de Amubrë. En los pueblos de banano y plátano, se encontró el insecticida clorpirifos en 30 por ciento de las muestras ambientales y en cinco de las seis muestras de lavados de manos y pies. Con base en las concentraciones encontradas en las muestras de orina, los investigadores estimaron la cantidad de clorpirifos que había entrado al cuerpo de los niños y compararon esta cantidad con valores de referencia determinados por organismos internacionales”, explicó Berna van Wendel, investigadora del IRET-UNA.

Para más de la mitad de los niños la cantidad encontrada fue mayor a este valor de referencia. Los resultados sugieren que los niños que viven cerca de plantaciones de banano y plátano que usan bolsas de clorpirifos tienen contacto con este plaguicida y que los niveles pueden afectar su salud. Sin embargo, según van Wendell, la salud de los pequeños podría mejorar si se toman algunas medidas para reducir esta exposición.

Este estudio fue aceptado recientemente para su publicación en la revista internacional Environmental Research, de ahí que no se haya divulgado los resultados con anterioridad.

Avances
Como parte del estudio se plantearon algunas recomendaciones con pequeños productores de plátano. Con ellos, se han establecido parcelas demostrativas para evaluar la relación costo-beneficio del uso de alternativas agro-ecológicas versus plaguicidas. “Algunas de las medidas se basan en la utilización de bolsas sin clorpirifos y la aplicación de mezclas de microorganismos benéficos para las plantaciones en lugar de plaguicidas. Los productores nos han dicho que el plátano sale igual de limpio y de igual tamaño, cuando usan la bolsa que no tiene clorpirifos’’ comentó van Wendel.

Este ensayo lo que busca es probar otros métodos culturales y biológicos para combatir las plagas y mejorar la producción sin usar químicos. “Es interesante porque antes teníamos producción bajo sombra. Esto nos ayudaba a controlar ciertas plagas. Con la introducción de nuevas técnicas eso se eliminó. La idea es retomarlo para disminuir la aplicación de químicos”, indicó la investigadora.

Para Rosario Quesada, también del IRET-UNA, este tipo de investigaciones han permitido crear alianzas entre asociaciones, centros de salud, escuelas y otras instancias universitarias, con el objetivo de crear talleres y mantener una retroalimentación constante con los pobladores. A través de los Asistentes de Atención Primaria en Salud (ATAPS) de la Caja Costarricense del Seguro Social, se ha logrado informar más a la población sobre los peligros del uso de plaguicidas, los resultados del estudio y la existencia de alternativas agro-ecológicas.

En proceso
Este estudio se ha convertido en el programa Infantes y Salud Ambiental con un enfoque eco-sistémico (www.isa.una.ac.cr ). Entre las investigaciones destaca una realizada desde el 2010 con 452 mujeres que en ese momento estaban embarazadas y hoy sus hijos tienen alrededor de un año. “Estamos investigando los posibles efectos de los plaguicidas en estos niños desde la concepción hasta el desarrollo del niño, indicó van Wendell. El programa incluye, además de estudios en la salud, el área social, donde se analiza la percepción de riesgo a los plaguicidas de diferentes actores sociales y estudios agronómicos para buscar alternativas al uso de plaguicidas. Además, se extendió el área de trabajo hacia los cantones de Matina y Siquirres, algunos de estos resultados fueron publicados en la revista internacional Environmental Research.

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