domingo, 24 de julio de 2011

El Suroeste Antioqueño teme que lo devore la fiebre del oro


ORIGINAL: El Colombiano

León J. Saldarriaga L. | Medellín | Publicado el 24 de julio de 2011


Cortesía | La imagen corresponde a la vereda Las Playas, de Jericó, de vocación agrícola y pecuaria, donde se desarrolla una fase exploratoria en busca de oro.


A ALCALDES Y comunidad les preocupa el avance de un proceso amplio de solicitud de títulos mineros que puede tener un gran impacto ambiental y social en esta zona de vocación agropecuaria. "No se va a arrasar": Minas.

La hermana Laura Alicia Ríos Cardona recuerda que en el entorno del río Andágueda, en Bagadó, Chocó, conoció una "selva muy tupida", pero llegaron empresas mineras con moderna tecnología a buscar el oro de esas entrañas, y de aquella exuberancia sólo quedó lo que para ella es un desastre ambiental, moral y social, sin que las autoridades hicieran nada para evitarlo.

La religiosa, que se desempeña como rectora de la Normal de Jericó, no quiere que en la zona cafetera antioqueña, su tierra, se repita una experiencia de las características que vivió en el Chocó durante 17 años, porque sabe que ya avanzan exploraciones en este territorio.

Su preocupación y la de sus paisanos, es que además de Jericó, el interés de inversionistas en minería, entre los que hay varias multinacionales, también se extiende a
  • Jardín,
  • Andes
  • Salgar
  • Pueblorrico
  • Tarso
  • Titiribí
  • Amagá
  • Fredonia
  • Támesis
  • Valparaíso
  • Caramanta
Eso significa que buscan esa riqueza en más de la mitad de los municipios del Suroeste.

En la mayoría de esas poblaciones se advierte un movimiento creciente de rechazo de la comunidad porque no tienen claro si los movimientos que observan en algunas áreas son de exploración o de explotación, frente al desconocimiento de las autoridades locales.

En el caso puntual de Jericó, sus líderes, agrupados en la Organización Foro Minero, tienen la certeza de que la alianza canadiense-africana entre las empresas B2 Gold y Anglogold Ashanti, ya posee cinco títulos mineros que comprenden un área de 7.600 hectáreas, denominado Proyecto Quebradona S.A.

La información fue suministrada por la propia empresa, durante un foro realizado el pasado 26 de mayo en Jericó, cuyos voceros precisaron que han realizado tareas de exploración consistentes en
  • fase geoquímica
  • fase geofísica aérea y 
  • muestreo de suelos. 
Actualmente desarrolla actividades de perforación como fase previa a la declaración de mina.

Para los líderes del Foro, la posibilidad de explorar y explotar en 7.600 hectáreas tiene consigo el peso de representar el 50 por ciento del territorio del municipio.

Un ingeniero geólogo experto en minería que conoce el proyecto sostiene que inevitablemente va a traer 
  • una modificación del paisaje, 
  • un efecto en las redes hidrográficas y 
  • en las dinámicas sociales
porque una cosa es el territorio con campesinos tradicionales y otra con mineros.

Sin ahondar en las especulaciones que pueden significar las cifras, sostiene que para sacar un kilo de oro de la tierra se requiere carcomer, movilizar y moler entre 100 y 200 toneladas de roca en un día.

Y a la vez, asegura, va a demandar gran cantidad de agua agregada al proceso, que se tomará de las fuentes disponibles en el entorno, que se va a contaminar con los sedimentos más finos producidos en la trituración.

Esto sin considerar las toneladas de cianuro o mercurio necesarias para la extracción final del oro, cuando se trata de este mineral, y el uso de explosivos para remover las rocas.

El secretario de Minas de Antioquia, Nicolás López, admite el interés de inversionistas y de compañías nacionales y extranjeras en la zona, pero asegura que los títulos concedidos en el Suroeste para oro no son el grueso y "de hecho es la menor parte".

Pero señala que a ese interés no hay que temerle porque lo que se viene son labores de exploración, en las que se hace recolección de muestras, perforación con taladros para sacar testigos, que son bocados de tierra para enviar a un laboratorio y establecer la concentración de oro y minerales.

Frente a los temores, sostiene que la comunidad debe conocer sus derechos, saber que existen áreas restringidas, que la autoridad minera hace recortes de zonas de páramos y parques nacionales, determinadas por el gobierno nacional, mientras que las corporaciones tienen la autonomía de crear reservas y zonas de amortiguamiento.

"El hecho de tener un título de minería no quiere decir que se puede proceder a arrasar, atropellar y pasar por encima de todo el mundo", advierte, aunque existen servidumbres obligatorias, pero que los particulares pueden pactar con los titulares mineros de acuerdo a los usos tradicionales de la tierra. Y de no llegar a un acuerdo, señala que existe una instancia ante los alcaldes.

Y ante el reclamo de la comunidad de falta de procesos de socialización, plantea que su dependencia no tiene esa obligación y si fuera política del Departamento no contaría con los recursos.

López enrostra que se han hecho muchas convocatorias y la apatía de las administraciones, incluso de la comunidad, ha sido grande para recibir capacitación en normatividad minera y los alcances de una explotación.

» La controversia se extiende en una subregión de vocación agropecuaria

No tienen en cuenta autoridad local
"Es algo preocupante, de hecho el Concejo en pleno de Támesis ha estado en oposición al tema.

Las veces que han llegado se despiertan alertas, porque simultáneamente lo hacen personas armadas y jamás me han dado notificación del Departamento o la Nación qué es lo que está pasando. Entonces uno no sabe quién la está ejerciendo legal o ilegal.

Quienes adjudican no saben qué problemas van a llegar a los municipios ni conocen su realidad social y cultural".

Margarita Moncada, alcaldesa de Támesis


Los "tragos amargos" sí son locales
"Tengo que respetar las decisiones del Estado, independiente de mis querencias de ciudadano. Los procesos de minería legal deben tener todo el apoyo de la institucionalidad. Lo que si lamentamos es que la legislación minera sólo le entrega a los municipios las competencias policivas. Las grandes regalías son de los niveles nacional y departamental y los tragos amargos policivos si son municipales.

Mi gran preocupación como gobernante es la minería ilegal que está galopando en el Suroeste".

Carlos Augusto Giraldo, alcalde de Jericó


A iniciar un proceso pedagógico
"Hay que desatar cuanto antes un proceso educativo, puerta a puerta, no una cosa ligera. Cuando tomemos razón ya han hecho con la naturaleza cualquier disparate, van acabando con el suelo sin darnos cuenta y también la conciencia y la moral.

El problema es de todo el Suroeste para que venga el extranjero a acabar lo nuestro, las regalías no pueden ser a costa de la vida. Ellos escarban se van y dejan la región empobrecida, así lo vi desde Quibdó y en Bagadó.

A los jóvenes no les podemos dejar cualquier cosa, este es su hábitat y qué van a hacer cuando todo haya sido saqueado. Da temor que un pueblo en un momento de euforia y parranda se vende y olvida que hay cosas que tiene que preservar".

Hermana Laura Ríos Cardona, rectora Normal de Jericó


Absurdo explotar zonas productivas
"Cuando una región como el Suroeste tiene un potencial agropecuario tan importante es absurdo que la normatividad sobre minería permita que explotarla porque por sacar un gramo de oro, destruyen cientos de toneladas de tierra y una cantidad de agua. Obvio que las comunidades se opongan, la ley no puede dar patente de corso a multinacionales que aunque dicen que tienen capacidad de tomar medidas de mitigación para el deterioro ambiental, no la tienen para neutralizar el daño social, económico y a los recursos naturales".

Gilberto Toro, presidente Fedemunicipios

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