ORIGINAL: El Espectador
Por: Angélica María Cuevas
30 Mayo 2012
El biólogo Ricardo Callejas narra la travesía que inició hace 26 años, junto a su esposa Lucía Atehortúa, para describir la riqueza vegetal de Antioquia.
El explorador Gordon Mcpherson colectando plantas en Frontino. / Flora Antioquia |
Heredaron la osadía de José Celestino Mutis quien, extasiado por la opulenta flora de la Nueva Granada, emprendió en 1783, en los terrenos que luego se nombrarían Colombia, la Expedición Botánica que durante 33 años clasificó más de 20 mil especies vegetales. Mutis y sus exploradores enfrentaron las dificultades de adentrarse en terrenos nunca antes pisados. Recorrieron la selva para saciar su sed de asombro.
Fue la misma motivación que llevó en 1986 a Lucía Atehortúa, botánica e investigadora de la Universidad de Antioquia, a meterse en la cabeza que era inconcebible que la diversa e inexplorada flora del departamento no estuviera descrita detalladamente en ningún documento. Atehortúa acababa de llegar a Medellín después de recibir una beca doctoral del Jardín Botánico de Nueva York (una de las organizaciones más prestigiosas en exploración botánica), donde había desarrollado su curiosidad por la descripción vegetal y la taxonomía. Convocó a su esposo, el biólogo Ricardo Callejas, y a algunos investigadores extranjeros para emprender la aventura a la que le puso un límite de 10 años. Recibió el apoyo del Jardín Botánico de Missouri y $20 millones de Colciencias para iniciar el proyecto Flora Antioquia.
Ya varios exploradores, como Andrés Posada Arango y Joaquín Antonio Uribe a principio y mediados del siglo XX, habían comenzado la recopilación de muestras, pero la hazaña de recorrer un departamento más grande que Costa Rica para colectar y describir las cerca de 10.000 especies vegetales estimadas era una idea más que ambiciosa.
“Estructuró un cronograma de exploraciones con la colaboración de profesores extranjeros y vinculó a los estudiantes. Ella sabía que es una tarea descomunal. Tan sólo la flora de Panamá, que tiene una dimensión similar, había tomado 60 años. Hacerlo en 10 años era imposible”, dice Ricardo Callejas.
Con el dinero de Colciencias Lucía compró un Nissan Patrol, que la Universidad de Antioquia aún conserva y que se convirtió en el símbolo de la travesía. En él recorrieron casi en su totalidad el territorio antioqueño, recolectando frutos, ramas y hojas que permitieran identificar de qué estaban compuestos su distintos paisajes. “Ese carro carga la formación de varias generaciones de taxónomos, carga la historia de lo que ha sido Flora Antioquia”, cuenta Callejas. En las salidas de campo los naturalistas tuvieron que enfrentarse a las adversas condiciones de los terrenos y a los inevitables conflictos de orden público. “Así como algunos guerrilleros nos impedían continuar con la recolección en algunas zonas, en otra ocasión medio frente dejó a un lado los fusiles y se pusieron a recoger plantas porque les parecía impresionante lo que estábamos haciendo”, de esta manera el biólogo describe los años de exploración.
Cinco años después de iniciar el proyecto, ya con un grupo de biólogos capacitados e importantes avances en la recolección de plantas, el dinero se agotó. Sólo el Jardín Botánico de Missouri financió algunos trabajos de campo más. “Se escribió un informe escueto e incompleto de lo que se había hecho. Lo que siguió fueron años de esfuerzos quijotescos por terminar la expedición”, cuenta Callejas, quien en 1993 asumió la dirección de Flora Antioquia, mientras Lucía avanzaba en la sistematización de las plantas colectadas. Durante siete años el biólogo realizó trabajos de campo esporádicos que alternaba con sus labores de docente y se enfrentó a las críticas que hacían los académicos sobre el proyecto “interminable”.
En el 2000 la directora de investigaciones del Jardín Botánico de Missouri, Olga Martha Montiel, animó a los colombianos a continuar con Flora Antioquia y les propuso enviar a un estudiante a EE.UU. para que desde allí se coordinara la catalogación con su asesoría. El estudiante de botánica Álvaro Idárraga salió por primera vez del país para entregarle su vida a esta idea.
“El trabajo fue extenuante. Los 200 mil ejemplares de colecciones recogidos, que estaban en el herbario de la Universidad de Antioquia, fueron revisados por 65 taxónomos nacionales e internacionales. A esas muestras se sumaron las del herbario de la Universidad Nacional sede Medellín, las del Jardín Botánico de la ciudad, Joaquín Antonio Uribe, y las de herbarios dispersos en EE.UU. y Europa. Todos los días, durante los 10 años que duró esa sistematización, sólo respirábamos Flora Antioquia”.
Cuando en 2010 el grupo de investigadores tuvo en sus manos el manuscrito que reunía un completo catálogo de 8.400 especies vegetales de Antioquia, no había recursos para financiar la publicación. Los investigadores se enteraron de que la Gobernación estaba promoviendo un proyecto llamado Expedición Antioquia 2013, con la que se esperaba hacer una radiografía del departamento.
El grupo de biólogos tocó las puertas de Planeación Departamental para convencer a los funcionarios de que Flora Antioquia tenía que ser parte de la publicación.
Al ver el catálogo, con su lista enorme de nombres extraños, la entonces directora le preguntó a Callejas para qué le iba a ser útil a los antioqueños una publicación que más parecía una herramienta para académicos. “Respondí que detrás de esa cantidad de nombres había una cantidad de respuestas. Allí estaba la descripción de nuestros bosques, de nuestras flores, de las especies amenazadas. Ese catálogo nos ayuda a conocernos, pues nuestra vegetación es digna de admiración. Tenemos que enseñarles eso a los niños en las escuelas: que esta flora es su patrimonio”.
En noviembre del año pasado la Gobernación imprimió 1.000 ejemplares de Flora Antioquia, que en este primer período de 2012 han sido distribuidos por los investigadores en las escuelas y bibliotecas de los municipios del departamento.
A partir del catálogo se han presentado publicaciones como Flora de los bosques montanos de Medellín y Medicina tradicional en los corregimientos de Medellín, realizadas por investigadores de la UdeA.
Desde que Flora Antioquia fue publicado se han identificado al menos 200 especies más que se espera incluir en un suplemento. “Existen lugares a los que ha sido imposible llegar por las condiciones difíciles del terreno y los problemas de seguridad. Aún tenemos hojas, tallos y frutos por encontrar. Lo bueno es que hemos descubierto que podemos vivir y ser felices explorando la naturaleza”, concluye Callejas.
Angélica María Cuevas | Elespectador.com
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