"Acabo de disfrutar el estreno
mundial de la serie de ciencia más esperada de los últimos años: Cosmos,
una Odisea en el Espacio-Tiempo. Mi veredicto: ¡fantástica! Aunque
como dicen por ahí un hombre no se baña dos veces en el mismo río y este
hombre se ha bañado más de ~10,000 veces desde que disfrutó por primera
vez la Cosmos de Sagan, puedo asegurar que la joya de la divulgación
científica de los años 80, ha vuelto a la vida"
“Solo
un gran documental puede contener tan buenas ideas. La mejor del
estreno del nuevo #Cosmos: todos somos descendientes de Astrónomos“
Marzo 11 de 2014
http://bit.ly/trino-estreno-cosmos
Marzo 11 de 2014
http://bit.ly/trino-estreno-cosmos
¿Qué hace a una serie documental una gran serie? ¿qué hace al nuevo Cosmos tan bueno como el Cosmos de Sagan? Aunque muchos (o tal vez pocos, es mi esperanza) pueden pensar que mi emoción es desmedida y que el Nuevo Cosmos es tan solo una versión con mejores efectos especiales y un poco más personal que otras series científicas de nuestro tiempo, quiero presentarles aquí algunos argumentos para proponerles que declaremos oficialmente el renacer del Cosmos de Sagan. Si sueno muy emocional es porque tanto mi razón como mis más profundos sentimientos sobre la ciencia están íntimamente vinculados con esta serie. Hoy, sentimientos similares afloraron mientras disfrutaba del que para mí fue simplemente el capítulo 14 de Cosmos, congelado en el tiempo por casi 20 años como si esperará los adelantos científicos y tecnológicos de nuestro tiempo.
¿Cuál es entonces la receta para crear un buen documental de ciencia y que los productores del nuevo Cosmos lograron conservar por más de 20 años para producir de nuevo este tesoro?
El primero, nuevamente, es Sagan. Muy a pesar de haber muerto hace poco menos de 20 años, el fantasma del creador de la serie sigue ahí e incluso se nos aparece en uno de los momentos más emotivos de este capítulo 14. No en persona sino en una vieja agenda que conserva intacto el nombre del nuevo presentador, al que conoció cuando este último tenía apenas 17 años. Se nos aparece en un acantilado, el acantilado en el que comenzó el viaje de la nave de la imaginación en 1986. Esta vez personificado como otro astrónomo. Uno como él y que en esa carrera de obstáculos que llamamos la ciencia, le recibe el testigo. Se nos aparece en una voz en “off” que repite una de las frases más contundentes de toda la serie, “Somos el medio para que el cosmos se conozca a sí mismo”.
En síntesis, una gran serie documental, es también una gran personalidad científica. Sagan, deGrasse Tyson y no Tom Selleck o Morgan Freeman.
El primero, nuevamente, es Sagan. Muy a pesar de haber muerto hace poco menos de 20 años, el fantasma del creador de la serie sigue ahí e incluso se nos aparece en uno de los momentos más emotivos de este capítulo 14. No en persona sino en una vieja agenda que conserva intacto el nombre del nuevo presentador, al que conoció cuando este último tenía apenas 17 años. Se nos aparece en un acantilado, el acantilado en el que comenzó el viaje de la nave de la imaginación en 1986. Esta vez personificado como otro astrónomo. Uno como él y que en esa carrera de obstáculos que llamamos la ciencia, le recibe el testigo. Se nos aparece en una voz en “off” que repite una de las frases más contundentes de toda la serie, “Somos el medio para que el cosmos se conozca a sí mismo”.
En síntesis, una gran serie documental, es también una gran personalidad científica. Sagan, deGrasse Tyson y no Tom Selleck o Morgan Freeman.
El segundo elemento que hace a la nueva Cosmos tan buena como la Cosmos de Sagan es que te sorprende con lo inesperado. En el momento en el que te podrían simplemente soltar un dato más, algo que podrías encontrar en una enciclopedia o en un libro de texto, te deja caer una variación de algo que ya sabías y que simplemente no habías pensado de esa manera. Si bien para personas distintas el dato más impactante de un capítulo en una serie como esta puede variar, para mí el de este estreno fue uno solo: todos somos, de alguna manera, descendientes de astrónomos; la astronomía estuvo de una manera u otra vinculada con nuestra supervivencia cuando comenzaba nuestro periplo en este planeta. ¡Fantástico! Ese es el Cosmos que me conecto con la ciencia en los años 80.
El tercer elemento es hacerlo personal. Los seres humanos vibramos con todo lo que implique a otros seres humanos. Una cosa es explicar lo que le pasa a un asteroide cuando cae en un agujero negro y otra es contar la misma historia pero con un astronauta de carne y hueso como protagonista. En Cosmos, el viaje es personal, como rezaba el título de la que ahora llamaremos la primera era de la serie. Y es personal porque todo en la ciencia lo es. Por encima de todas las cosas, la ciencia es un proyecto cultural y social. Creado y sostenido por series humanos. Un viaje de descubrimiento y uno muy largo en el que aún la muerte de los viajeros es un evento más que no puede ser motivo para detenerse.
En este capítulo de estreno nos encontramos
con los sueños personales de un hombre completamente chiflado: Giordano
Bruno. Después del capítulo de hoy ya no sé si admirarlo o gritar a voz
en cuello que fue el chiflado más recordado de todos los tiempos.
Les confieso que yo podría estar perfectamente entre los que le
tiraban tomates en ese auditorio en Inglaterra. ¿Cuantos Brunos habrán
por ahí? ¿cuánto tiempo tardaremos en saber que estaban en lo cierto?
¿10 años? ¿1,000 años?
El cuarto elemento de una gran serie científica es que te hable en un lenguaje en el que todos podamos entender. Me sorprendió poderosamente el lenguaje claro y preciso de la nueva Cosmos. El mismo lenguaje que utilizaba Sagan y que hoy le vale toda la admiración de la comunidad divulgativa internacional. En esto los creadores de la nueva Cosmos se lucieron y debo confesar que a pesar de mis temores, sé que este logro puede ser en gran medida obra del mismo DeGrasse Tyson.
Me quito el sombrero ante este digno continuador de la Saga Sagan.
El uso de un lenguaje sencillo tiene que ir acompañado de analogías, herramientas didácticas o visuales sencillas también. El Calendario Cósmico es la mejor de todas.
¿Quién no tiene claro que marzo es muy temprano y noviembre bastante
tarde? Una invención original de Sagan vuelve a la vida magistralmente
ilustrada por las herramientas que él lamentablemente no vería en vida.
Como en la vida, Enero coincide con el período de “oscuridad” más
profundo de todo el año: todo esta por hacerse, todo se esta cocinando
en silencio. La Galaxia cumpleaños en marzo, claro en el marzo del
calendario cósmico. El Sol llega tarde. Hay que esperar las vacaciones
de fin de año para que el Universo haya cocinado los elementos químicos
que se apilaran como basura a su alrededor y crearán a la Tierra apenas
hasta el mes de agosto. La vida es una invención del cálido
septiembre cuando “prácticamente” el año se acabo. Las flores llegan
como una broma el 28 de diciembre. Y todo lo que ha sido la miserable
(en términos cósmicos) historia de la humanidad, se reduce a un “faltan 12 (segundos) pa’las 12, el año va terminar“.
En esta escala solo falto un evento importante:
Cosmos, el nuevo Cosmos, se estrenó 6 centésimas de segundo después de
la media noche del primero de enero del calendario cósmico creado por el
mismo Sagan en 1986.
ORIGINAL: Trinoceronte
Por Jorge Zuluaga
Por Jorge Zuluaga
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