martes 23 de noviembre de 2010
Por Salud Hernández Mora
Las inundaciones también son negligencia. No todo es 'La Niña'. La corrupción, la desidia, la nula planificación, la clamorosa ineptitud ahogan tanto como los ríos desbordados. Un país donde campea el robo al erario y que considera todo un logro de cualquier gobierno armar una licitación en dos o tres años y luego adjudicarla en otros dos, jamás mitigará los desastres naturales.
El agua que anega media Colombia deja en evidencia las gigantes lagunas de nuestras instituciones. Que no venga ahora la CAR en Bogotá a berrear como plañideras por las inundaciones de Mosquera o la vereda San Francisco, cuando son ellos, y no la Naturaleza, los causantes del desastre. Siquiera no vive Alejandro Cuéllar, un floricultor (profesión denigrada por unos pocos sinvergüenzas), porque lloraría al ver sus cultivos bajo las aguas pestilentes del río Bogotá y a sus setenta trabajadores en la calle. Los agricultores y ganaderos de la zona, en las goteras de la capital, remitieron solicitudes y cartas a la CAR pidiendo que reforzaran el talud que los protege del río. ¿Y qué hicieron los ilustres funcionarios? Estudios y estudios, la afición más extendida en el país oficial, y luego nada. Si algo queda seco, es porque lo hizo la comunidad por su cuenta. Cuando ya el desastre fue inevitable, la reacción, por falta de recursos, resultó de circo.
Estuve en un punto donde el río se tragó cultivos, ganado, viviendas y el colegio Marie Curie, donde estudian niños del área. Después de 24 horas, no sé cuál de todas las entidades que se dedican a atender ese tipo de situaciones llevó unos botes minúsculos, pero olvidaron los remos. Motores, por supuesto, brillaron por su ausencia. Tampoco había chalecos suficientes, así que pocos pudieron embarcarse para rescatar lo que podían.
Además, ya qué. Todo se arruinó, las ayudas serán ridículas y tardarán año y medio en recuperar las tierras. Para entonces, a nadie de afuera le preocupará su suerte porque habrá pasado la moda del invierno.
En La Mojana (Sucre), ¿quién pagará los platos rotos? Porque Uribe, tan locuaz con su twitter, no dice que su gobierno es culpable de esa catástrofe. El dique que construyeron para evitar que se repitieran las inundaciones no valió para ni miércoles.
Escuché que en Cantagallo, sur de Bolívar, también se fue el dique al piso y el Magdalena entró enseguida en su casco urbano. ¿Quién construyó esa porquería? ¿Cuánto se robaron? En el improbable caso de que destinaran todos los fondos previstos a levantarlo, ¿quién fue el inepto que hizo mal la obra? Solo por curiosidad, porque su cabeza no paga las pérdidas.
Seguro que pronto comenzarán las "ías" a investigar servidores públicos. A posteriori servirá para que esos organismos den la impresión de que cumplen su labor y que tienen derecho a una millonaria pensión.
El Ideam explicó que los aguaceros no son un fenómeno sorpresa, sino que lo habían advertido. ¿Qué hicieron los encargados de prevenir desastres durante los meses de sequía ¿Tocarse el ombligo y contratar estudios?
Pues ya tenemos el resultado de su gestión: una parte del país sin carreteras (que no vengan con el cuento de que las vías a Manizales o las de Antioquia se destrozan solo por el invierno); miles de pobres sin casa, porque son construcciones miserables, sin cimientos, en terrenos desechables; incontables sembradíos perdidos y necesidades crecientes.
Mientras atiende las emergencias, el Gobierno tendrá que planificar para mitigar futuras calamidades o seguiremos ahogándonos en ríos de corrupción e ineptitud con la llegada de cada 'Niña'.
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