domingo, 9 de febrero de 2014

Editorial: Un acuerdo entre todos (por la Educación en Colombia)


La mejora de la calidad de la educación en Colombia debe convertirse en un verdadero propósito nacional, como lo ha comprendido un colectivo de jóvenes profesionales, que están promoviendo la firma de un pacto por la educación y cuya iniciativa apoya decididamente este periódico.
El martes pasado tuvo lugar en el Ministerio de Educación un ejercicio de rendición de cuentas, en el cual la entidad hizo un compendio de los que considera son sus principales logros desde agosto del 2010. De acuerdo con el informe, no solo se han conseguido niveles de ejecución presupuestal cercanos al 100 por ciento, sino que diferentes programas muestran avances esperanzadores.

Tal es el caso del dirigido a la primera infancia, conocido como De cero a siempre’, que atiende a casi un millón de niños menores de 5 años. No menos destacable es lo que ha ocurrido en los ramos de enseñanza preescolar, básica y media, en donde se han universalizado políticas como la de la gratuidad hasta el grado 11, o se ha depurado el registro de matrículas, que estaba inflado en más de medio millón de infantes.

También hay que señalar la creación de cupos, la caída de la deserción escolar y la construcción de infraestructura, al igual que iniciativas como ‘Todos a aprender’, orientadas a fortalecer competencias en lenguaje y matemáticas. Los avances en tales campos se han apoyado en planes para mejorar la formación de los docentes, con resultados promisorios.

No obstante, a pesar de lo hecho hasta ahora, es incuestionable que falta un largo camino por recorrer. A finales del 2013, el país reaccionó con preocupación ante la persistencia de malos resultados en las pruebas internacionales Pisa de nuestros estudiantes jóvenes. En su momento, hubo un verdadero alud de comentarios, pronunciamientos del público y expresiones por las redes sociales.

De todas estas manifestaciones emergen dos consensos.
El primero es que, si bien son varios los factores que deben cambiar para lograr una mejora significativa de la calidad de la educación básica, el fundamental es la enseñanza: sin maestros y rectores buenos y motivados, que sean bien formados y remunerados, con oportunidades de actualización y estimados por la sociedad como “los nuevos héroes” de un mejor futuro para nuestros hijos, no será posible lograr el milagro.

En segundo lugar, alcanzar los objetivos requerirá esfuerzos concertados de los educadores, el Gobierno, los padres de familia, los empresarios, los gremios y la ciudadanía en general durante muchos años.

Lo anterior no desconoce los éxitos del pasado reciente, pero lo cierto es que todavía es más lo que nos falta por hacer que lo que hemos conseguido. Por fortuna, el país dispone de una detallada hoja de ruta para lograr la transformación indispensable en la calidad de la docencia, contenida en un estudio auspiciado por la Fundación Compartir y llevado a cabo por un grupo de profesores, especialistas en el tema.

El trabajo, que será presentado en sociedad pasado mañana, demuestra que es necesario formar 20.000 nuevos maestros por año, escogidos entre los mejores estudiantes de bachillerato, con becas completas en programas universitarios de alta acreditación. Para ello se debe apoyar financieramente, mediante concurso y con asistencia técnica internacional, a universidades que presenten planes para mejorar sus programas actuales de pregrado y maestría en educación, o para establecer otros nuevos de alta calidad.

Así mismo, es menester que los profesores novatos sean apoyados por tutores escogidos entre los mejores educadores de cada generación, para que encuentren oportunidades de trabajo atractivas, comparables a las de profesiones como la ingeniería o el derecho, aparte de opciones de actualización y desarrollo profesional, orientadas mediante evaluaciones periódicas. La propuesta contempla, por supuesto, que los instructores actuales se puedan beneficiar de estas iniciativas.

Tal vez lo más importante es que la sociedad entera valore apropiadamente la labor del maestro y esté dispuesta a hacer los esfuerzos necesarios de participación directa y de financiación que un emprendimiento de esta envergadura demanda. Lo dicho contempla el pago de nuevos impuestos con destinación específica, para alcanzar tales propósitos.

Lo anterior no se opone a la ampliación de coberturas, la implantación gradual de la jornada única y labores dirigidas a mejorar infraestructura y dotación de las escuelas. Todo esto cuesta, pero es necesario hacerlo. Y la coyuntura no puede ser más favorable: el país goza de una buena salud económica, que le permite asumir compromisos razonables.

Para garantizar un apoyo amplio y la continuidad de los esfuerzos requeridos por más de una década, este debe convertirse en un verdadero propósito nacional, como lo ha comprendido un colectivo de jóvenes profesionales que están promoviendo la firma de un pacto por la educación y cuya iniciativa apoya decididamente este periódico.

Igualmente, EL TIEMPO hace suya la propuesta de uno de sus columnistas, el exministro Guillermo Perry, de que todos los candidatos presidenciales, los partidos políticos, los gremios, las asociaciones profesionales y Fecode suscriban un acuerdo sobre el asunto, con metas concretas e instrumentos similares a los recomendados por el estudio de la Fundación Compartir. Solo así se conseguirá hacer eficaz el compromiso colectivo en favor de una educación de alta calidad para todos.

editorial@eltiempo.com

ORIGINAL:
El Tiempo
Por: EDITORIAL |
08 de Febrero del 2014

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