lunes, 14 de mayo de 2012

Las complejas historias del mercado de la madera

ORIGINAL: El Colombiano
Por RAMIRO VELÁSQUEZ GÓMEZ
13 de mayo de 2012

Una rastra son dos tablas, 80 cms cúbicos. Eso carga una mula. Un camión mueve de 115 a 120 rastras.
Imagen en vereda de San Carlos. FOTO DONALDO ZULUAGA

En Antioquia 42% del mercado de la madera es ilegal. Por la depredación de bosques, cada año se pierde un área equivalente a 270 estadios de fútbol.

Vaya rápido, es casi una exigencia de Camilo (*) a su papá haciendo una pataleta para que alcance a ir por las rastras de madera.

Es la 1 de la tarde. Con suerte estará de regreso en casa en un alejado paraje de San Carlos hacia las 6 o 7 de la noche. Camilo, de 7 años y con limitaciones físicas, sabe que de esa madera depende que le puedan comprar en el mercado dominical el chocolisto, que ya se le acabó.

-Por cada rastra nos quedan unos 3.000 pesos. Todo es legal, tenemos el permiso, dice Carlos (*).

La autorización es por casi 300 metros cúbicos para cortar en dos años, pero en tres meses se lo ha consumido. -¿Qué hacemos los otros nueve?, se pregunta este campesino que hace cuatro años regresó a su terruño tras 12 como desplazado.

La respuesta no es difícil de adivinar. Si alguien, cuenta, "me pide tres o cuatro rastras de comino, que está vedado, se la saco", comenta.

"Si tenemos hambre, uno hasta se arriesga con un viaje sin permiso", agrega Miguel (*), un vecino de Carlos, mientras se refresca con una cerveza bien helada.

Carlos se levanta y, como haciéndole caso a Camilo, alista las cinco mulas.

En esta vereda del suroriente de San Carlos, como en las que lo rodean, casi todas las familias viven del bosque.

Son caseríos de clima caliente, de pocas casas a medio terminar, ocupadas ahora por quienes retornaron.

Al fondo se observan bosques densos adheridos a colinas que semejan una sábana arrugada, en los que se realiza la tala selectiva.

El tema del estómago es muy difícil de tratar, reconoce Carlos Mario Zuluaga , director de Cornare. "El campesino nos dice ¿me van a quitar la madera y tras de eso me multan?"

Nadie sabe a cuánto asciende el mercado ilegal de la madera. Eso sí, como dice el profesor Álvaro Duque, científico de la Universidad Nacional de Medellín, experto en bosques, el 80 por ciento o más de la deforestación proviene de la ganadería.

En Antioquia, según Luis Alfonso Escobar , director de Corantioquia, cada año se pierde un área equivalente a 270 estadios de fútbol. La tasa, dice Duque, es de 1,46 por ciento, el doble de toda América latina, incluido Brasil.

Para el también investigador de la Nacional, Sergio Orrego , no existe una deforestación sistemática por razones comerciales.

En su libro Informalidad e Ilegalidad en la Explotación del Oro y la Madera en Antioquia, los investigadores Jorge Giraldo y Juan Carlos Muñoz revelan que en Colombia se conceden al año permisos de aprovechamiento para extraer unos 1.581.000 metros cúbicos de madera. En Antioquia, de 2006 a 2010 se expidieron 6.202 para 1.405.000 metros cúbicos, casi 280.000 año.

"En San Carlos se piden cuatro o cinco al mes", informa José Alejandro Amador , ingeniero forestal en la Unidad Ambiental. Podrían ser unos 900 metros cúbicos, calcula por encima.

De hecho esta población del oriente a casi tres horas de Medellín es la segunda en número de permisos otorgados, tras Remedios, en el Nordeste.

Partes iguales
El Ideam en 2005, citado por Giraldo y Muñoz, estima que la ilegalidad de la madera es de un 42 por ciento. "En los aserríos nos cuentan que por cada camión legal, sale uno ilegal", dice un funcionario de Corpourabá que habló sin revelar nombre.

"El año pasado", continúa, "hicimos cálculos con la Policía: en Urabá se movieron 2.600 camiones con salvoconducto. Si la ilegalidad es del 40 por ciento, súmeles mil".

El destino de la mayor parte de la madera de esta región es Medellín. Lo mismo de los municipios donde hay tala. "Son seis o siete grandes madereros, que estamos atacando", según Zuluaga.

"No son demasiados los permisos con respecto a la cantidad de madera que se moviliza", reconoce Escobar. Es evidente que se mueve más de lo autorizado.

Giraldo y Juan Pablo Mesa , estudiante de Ciencias Políticas en Eafit, afirman que la madera ilegal proviene de las mismas regiones donde se extrae la legal.

Enviarlas juntas es una de las modalidades para poder moverla. Amador reconoce que la ilegal como la legal se mueven en las tardes o en las noches los días autorizados. No hay distinción.

"La (madera) legal asegura en gran medida el éxito de la comercialización de la ilegal", explican Giraldo y Mesa.

En la zona de Corantioquia de 2007 a 2011 se decomisaron 2.352 metros cúbicos. Y mientras entre 2005 y 2010 en toda Antioquia fueron 834 los decomisos, en Urabá en 2011 se retuvieron 91 camiones.

Turbo es el municipio donde más se decomisa. Se explica porque al puerto ingresa aquella que viene del Chocó, que viaja en barco o embalsada. De los cinco municipios donde más se decomisa madera, solo uno no es de Urabá: San Rafael, en el oriente, una de las puertas de entrada y salida de San Carlos.

Las infracciones más comunes son transportar madera mezclada (legal-ilegal); mover un volumen diferente al autorizado; salvoconductos adulterados o vencidos.

Con el permiso de aprovechamiento forestal se autoriza cortar la madera; los salvoconductos son para movilizarla. En el Bajo Cauca, por ejemplo, estos se negocian hasta por 1 millón de pesos, dice el citado libro.

En Urabá se volvió común que se usen los permisos del ICA para plantaciones comerciales, que no requieren verificación in situ, para sacar madera no permitida.

"Encontramos fincas con tres remisiones por día, cuatro veces a la semana: eso es de una plantación enorme, que no tenemos en la región".

Aunque el gran beneficio lo reciben unos pocos, de este mercado, legal o no, "come mucha gente", cuenta Carlos. Del aserrador al dueño de las mulas y el arriero, pasando por el cargador. Nueve personas en el proceso.

"Para que a uno le digan que no tumbe un palo, se requiere mucho apoyo", enfatiza Carlos. Y parte por más rastras. 

(*) Nombres cambiados.

  • 56 por ciento de la madera que se consume en el país proviene del bosque natural.
  • 26 mil pesos puede costar un salvoconducto para movilizar madera legal.
CLAVES
Informalidad y restricciones

  1. Las rastras se dejan a borde de carretera. Allí pueden quedar días, hasta que pasa el camión por ellas.
  2. La informalidad en la tenencia de la tierra incide de manera notable en la tala no autorizada del bosque.
  3. Un serio inconveniente es saber a qué especie pertenece la madera que se mueve en los carros.
  4. Cerca de 19 especies tienen prohibición o restricción para su corte, entre ellas comino, cedro y roble.
ANTECEDENTES
Unas cifras del mercado maderero
En San Carlos se tiene establecido que de un viaje al dueño de la madera le quedarían libres $600.000 si la vendiera sin intermediarios. Pero ese mercado es una mafia, como el de la cebolla y otros productos, dice el funcionario de Corpourabá. 

Se cuenta que cuando un camión sale de un pueblo, en Medellín ya saben. Por ejemplo, por una rastra del apetecido chingalé, le dan al campesino de 24.000 a 29.000 pesos. En Medellín vale más de 50.000 pesos. La madera común está entre 15.000 y 22.000 pesos.

Jorge Giraldo y Juan Pablo Mesa consideran que en 2005 el sector ilegal se ahorró en solo planes de manejo forestal 5.000 millones de pesos a precios de 2012.

¿QUÉ SIGUE?
De lo social a lo coercitivo
Carlos Mario Zuluaga explica que con la Policía se hacen operativos casi día por medio. No obstante, en los programas de ayuda al campesino estaría el verdadero control.

"Si un campesino como los que han retornado tiene de qué vivir, con seguridad que el tema del bosque pasa a segundo plano". 

Cornare tiene programas exitosos de preservación del bosque dándoles herramientas a las personas para que vivan de otra actividad. 

En San Carlos se contrató personal para que elabore planes de manejo forestal y así reducir costos al campesino para que opte por la legalidad. Corantioquia ha pedido que se prohíba tránsito nocturno de madera.

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